En los alrededores del pueblo de Muez, en el valle de Guesalaz, ocurrió en el año 920 la batalla más importante de la Reconquista de las que se dieron en territorio de Navarra. Es la batalla de Valdejunquera o de Muez. Allí, los reyes Sancho Garcés I de Navarra y Ordoño II de León, juntaron sus fuerzas para enfrentarse al entonces todopoderoso Abderramán III. Abderramán III dirigió personalmente un gran ejército para restablecer el orden en la frontera superior del califato, ya que ni sus gobernadores ni sus generales podían aguantar la frontera ante el empuje de los nacientes reinos hispanos. La victoria fue para Abderramán III, asestando un duro correctivo a los reyes cristianos y especialmente a Sancho Garcés I. Cinco años después de la batalla moriría el rey navarro. Pero en estos cinco años volvió a dar muestras de su coraje pasando de nuevo a la ofensiva y tomando varias plazas perdidas.
No está claro el lugar exacto de la batalla. Me desplacé a Muez para visitar el pueblo y sus alrededores. Sobre el terreno, examinando cerros, llanos y valles, he elaborado esta
hipótesis sobre la localización del lugar de la batalla. Creo que la clave está en la denominación que los musulmanes dieron al enfrentamiento: batalla de Muez. Ello me lleva a pensar que fue plaza principal en la batalla. Las crónicas dicen que los últimos cristianos que resistieron se vieron copados en el castillo de Muez. Hay quien quita importancia a este dato, como Carlos Viñas en su
excelente blog sobre la batalla. Se basan en la inexistencia de un castillo en la localidad y dicen que el castillo de Muez de las crónicas estaría en otra ubicación. No lo llego a entender. Si Muez es asentamiento antiguo, tal como acredita la lápida funeraria romana que hoy podemos ver en uno de los muros de la Iglesia parroquial, y las crónicas hablan del castillo de Muez, ¿no sería más lógico pensar en la existencia de un castillo hoy desaparecido después de más de 1.000 años? Además hay que pensar en la destrucción del mismo por las tropas victoriosas de Abderramán III antes de volver a Córdoba.
Había por tanto que buscar cualquier rastro de ese antiguo castillo. En mi visita al pueblo pregunté a un vecino de la localidad sobre la posible existencia de un castillo en Muez. Me comentó que la gente del lugar siempre había llamado “el castillo” a la zona que está entre la ermita de San Miguel y el pueblo. Me dirigí a la zona señalada. Allí vi que una calle era llamada precisamente la calle del Castillo. Además, justo en la zona donde me había dicho el paisano, unas obras y remociones de terreno habían dejado a la vista una gran acumulación de piedras que podrían haber correspondido a paramentos de murallas antiguas si bien esto habría que comprobarlo. Muez está además elevado sobre los campos cercanos, lo que facilitaría su defensa.
Ello me llevó a la conclusión de que efectivamente en Muez hubo un antiguo castillo o al menos un lugar fortificado, que pudo ser clave en la batalla de Valdejunquera.
Desde la ermita de San Miguel, que está en un extremo del caserío, observé el terreno que rodea el pueblo. Desde aquí se ven varios cerros que estratégicamente dominan los campos de alrededor. Debieron ser utilizados por los cristianos para obtener una ventaja táctica sobre los musulmanes. Los sarracenos seguramente acamparían antes de la batalla en las elevaciones que están al oeste de Muez, entre este pueblo y Riezu. Es decir, en las proximidades del río Ubagua, que aprovisionaría de agua al ejército de Abderramán. Agua muy necesaria cuando la batalla fue en el mes de Julio. Los juncos de las orillas de este río y de los regachos cercanos seguramente están en origen del topónimo Valdejunquera que da nombre a la batalla.
Las tropas de Sancho Garcés I y Ordoño II se dispondrían en el desaparecido castillo de Muez y en los cerros que se encuentran al norte del pueblo, a menos de un kilómetro. En segunda línea se encontraría el cuartel general cristiano, seguramente en lo que hoy es el cerro donde está el caserío de Irujo. En lo más alto del pueblo pude apreciar restos de muros que pudieron corresponder a fortificaciones de la época, aunque también pueden corresponder a un antiguo castro de la Edad del Hierro no catalogado, circunstancia que dejo aquí reflejada.
El frente de batalla alcanzaría el kilómetro y medio. En la parte cristiana iría desde el cerro Eltza pasando por el cerro San Miguel (donde hoy está el depósito de aguas) hasta Muez. En el lado sarraceno el frente de batalla iría desde los alrededores de Riezu hasta las proximidades de Muez. Los extremos del campo de la contienda estarían limitados por los regachos de Obantzea al oeste y el de Erragoz al este.
Aunque el río Ubagua separaba los ejércitos antes de la batalla, es muy probable que los sarracenos adelantaran posiciones a los cerros de escasa altura que están cruzando el rio, entre el rio Ubagua y el regacho de Obantzea, asegurando así el vado cercano y consiguiendo así un control visual de Muez y de las tropas cristianas. Es más, en mi visita al lugar me percaté de un pequeño cerro estratégico que se encuentra aun más adelantado, cruzando el regacho Obantzea, junto al campo de batalla. Seguramente antes del combate los musulmanes dominarían este cerro para asegurar el paso del regacho sin problemas por las tropas sarracenas. También pienso que este cerro sería un lugar ideal, según avanzaba la batalla a favor de los musulmanes, desde donde Abderramán supervisara el asalto final a Muez y la persecución de los supervivientes cristianos.
En las Navas de Tolosa el frente de batalla tenía 3 kilómetros de ancho. En la batalla de las Navas el número de tropas debió ser muy superior al de Valdejunquera, por lo que el frente de batalla de 1,5 Km. considerado aquí para la batalla de Valdejunquera es perfectamente asumible.
El grueso de la batalla debió producirse entre el regacho de Obantzea y Muez. A pesar de la mejor situación estratégica de los cristianos, conocedores del terreno, debieron ser derrotados principalmente por la superioridad numérica de las tropas musulmanas (faltaron muchos caballeros castellanos que se esperaban en la batalla y con los que contaban Ordoño y Sancho Garcés para obtener la victoria). Roto el frente cristiano entre los cerros de Eltza y San Miguel y entre San Miguel y Muez, cundiría el pánico ante la inminencia de la derrota. Empezó aquí la persecución que acabó con la vida de muchos cristianos de las tropas de Sancho y Ordoño. Así lo dicen los cronistas musulmanes Ibn Idari y Arib Ibn Saad: “Los cristianos, vencidos, huían tan atropelladamente que ni siquiera acertaban a volver a su campamento. Los nuestros les siguieron los pasos, mataron a cuantos cayeron en su poder y no dejaron de perseguirlos hasta que cerró la noche”. La persecución llegaría hasta las estribaciones de la sierra de Andía, hasta las inmediaciones de los pueblos de Arguiñano, Vidaurre y Salinas de Oro.
Tras romper el frente cristiano entre Muez y el cerro de San Miguel los musulmanes cercaron el castillo de Muez, donde quedaron aislados los últimos cristianos que resistieron sin posibilidad de huída, junto a otros que aquí se habían refugiado tras verse sobrepasados en el campo de batalla por los sarracenos. Aquí es donde suponemos que Abderramán III, además de apresar a dos obispos que acompañaban a las tropas cristianas, masacró a la mayor parte de los prisioneros, cortando según las crónicas más de medio millar de cabezas que luego llevó a Córdoba como trofeo.
Esta hipótesis de localización de la batalla está elaborada sobre el terreno. Es muy recomendable acudir a tan histórico sitio y pasear por los lugares donde hace más de 1.000 años la quietud que hoy se respira fue rota por el relinchar de los caballos, los tambores de guerra, el chocar de espadas y los gritos de victoria o dolor de los soldados.
Los cristianos supervivientes, entre ellos los dos reyes cristianos, viéndose derrotados, retrocederían desde Irujo hacia el norte, escapando de las jornadas de fuego y desolación que en los días siguientes provocaron las tropas musulmanas en el valle.
Pero
pronto los reyes cristianos volverían a la carga. Sancho Garcés volvió a tomar Calahorra y acabó en Viguera con el gobernador musulmán Ibn Abd Allah, uno de sus principales enemigos en Valdejunquera. Y
Abderramán III no moriría sin ver sus estandartes morder el polvo en Simancas. Pero esa es otra historia…
Para facilitar la visita al histórico lugar he elaborado una ruta senderista que recorre el escenario de la batalla:
RUTA DE LA BATALLA DE VALDEJUNQUERA.
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