En Oña, Burgos, a bastantes kilómetros de la cuna de su reino, descansan los restos de uno de los más grandes reyes de Navarra: Sancho III el Mayor. Sancho III el Mayor y Sancho VII el Fuerte son los reyes más importantes de Navarra. Transcendieron fronteras como ningún otro rey navarro lo hizo. Sancho VII lo hizo simbólicamente con su gran victoria en Las Navas de Tolosa. Sancho III el Mayor (990/992 – 1.035) lo hizo literalmente. Llevó las fronteras del reino de Navarra (en su tiempo se llamaba reino de Pamplona) a su máxima extensión histórica. Manejando de manera maestra la diplomacia y los enlaces matrimoniales llegó a extender su poder en Castilla, Aragón, Sobrarbe y Ribagorza además de en Navarra. Se ganó el respeto de todos los nobles, condes y reyes de la época, de tal manera que se le llegó a denominar Rex Ibericus.
Hoy sus restos reposan en el monasterio de San Salvador de Oña, uno de los monumentos principales de la provincia de Burgos. Junto a él está su mujer Munia (también conocida como Muniadona o Mayor) y otros condes y reyes castellanos. Su sepulcro es uno de los ocho del panteón real. Fueron realizados a finales del siglo XV. Son un hermoso trabajo en madera de nogal realizados por el abad del monasterio de Oña, Fray Juan Manso. Una curiosidad: en el sepulcro hay un error historiográfico. En el frontal pone: “Aquí yace el rey Don Sancho Abarca”. El conocido como Sancho Abarca fue Sancho Garcés II, rey de Pamplona que reinó entre 970 y 994 y que era el abuelo de Sancho III el Mayor. Le perdonaremos el error al Abad Juan Manso. Se ve que aunque era un virtuoso de la madera no era su fuerte la Historia de Navarra.
Como telón de fondo de los sepulcros vemos escenas de la Pasión de y de la Resurrección de Cristo pintadas sobre tela en estilo flamenco. El uso de la sarga como soporte es de gran rareza, ya que el soporte utilizado habitualmente era la tabla para la pintura de esta época.
Sin duda uno de los atractivos principales del Monasterio de San Salvador de Oña es el panteón real. Y me atrevería a decir que es visita obligada para cualquier navarro es acercarse a Burgos a ver la última morada del rey Sancho III el Mayor. Su reinado fue el cénit del poder del reino de Navarra. Con Sancho el Mayor, Navarra se postulaba como el motor de la Reconquista. No pudo ser. Pero la sangre del rey Sancho regó las de las dinastías de Castilla y Aragón a través de su descendencia. Lástima que sus hijos se mataran entre ellos. Fernando primer rey de Castilla, acabará con García, sucesor del rey Sancho, en la batalla de Atapuerca, pero esa es otra historia…
© Julio Asunción
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