El monumento a Íñigo Arista se encuentra en la Avenida de Navarra, en el cruce con la calle Íñigo Arista, en el barrio de Iturrama, en Pamplona.
El monumento se encuentra en una rotonda muy transitada. Muchos pamploneses pasan a su lado todos los días. En cambio, como está alejado del centro turístico de Pamplona, para la mayoría de los turistas y visitantes de la ciudad es desconocido.
El monumento es homenaje a Íñigo Arista (810-852), personaje histórico que está en el origen del Reino de Pamplona y por extensión del Reino de Navarra. Es considerado por muchos el primer rey de Navarra. Pero últimamente bastantes historiadores consideran a Sancho Garcés I, primero de la dinastía Jimena (905-925), el primer rey de navarra, ya que fue el primero que combatió a los musulmanes y en ser reconocido como rey por los otros reinos cristianos, mientras que Íñigo Arista fue aliado de los mahometanos (los Banu Qasi, musulmanes de Tudela, eran familiares suyos).
No obstante la importancia de Íñigo Arista en la historia de Navarra, como representante notable de esos clanes nobiliarios que posteriormente crearon el reino, es indiscutible.
Lo primero que llama la atención de la moderna escultura es su tamaño. Tiene 10 metros de altura. No representa a un rey. Representa a un guerrero armado con lanza y escudo. La piedra y el metal simbolizan su fuerza. La falta de adornos, de armadura (la piedra representa una simple túnica) da un carácter antiguo, primitivo al guerrero, lo que nos traslada a esos comienzos de la Edad Media. Porta lanza en vez de espada. La espada tiene una connotación de nobleza propia de reyes. La lanza es más práctica por la posibilidad que da de atacar a más distancia, pero no se representa como atributo de nobleza o realeza en las esculturas. Aquí tampoco hay caballo, que eleva el rango del personaje representado en el lenguaje de la escultura conmemorativa.
De todo esto podemos concluir que el monumento a Íñigo Arista lo presenta como un guerrero primitivo, todavía lejano en el tiempo a la bella parafernalia medieval de armaduras, cascos y escudos hermosamente decorados. Es el guerrero originario, que porta lanza y un simple escudo circular, armas básicas y sencillas. Así la moderna escultura nos traslada en el tiempo a esos momentos en que se empezó a formar el reino de Navarra. Aquí Íñigo Arista no es el primer rey, es el primer guerrero. Guerrero que sobresalió entre ese primer núcleo de nobles que ampliaría su influencia en un territorio a caballo entre los musulmanes y los francos que luego fue el reino de Navarra.
Tengo una amiga que llama a esta escultura “El batusi”, ya que le recuerda a esos guerreros de las tribus africanas de los documentales. No es casualidad. Estos guerreros batusis no dejan de ser guerreros primitivos, que al fin y al cabo es el mensaje que hace llegar la escultura de Íñigo Arista.
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