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En la parte central se representa la Crucifixión. Es la escena más importante y mejor conseguida de la obra. Sobresale su gran equilibrio, destacando la simetría de los dos grupos que se disponen a ambos lados de la Cruz. A la izquierda los personajes de carácter positivo. Así vemos a las tres Marías y a San Juan acompañando a la Virgen. La Virgen esta representada en postura retorcida. Este retorcimiento corporal es como el artista expresa el gran dolor de la Madre por la muerte de su Hijo. Además la inclinación y dirección de la cabeza de la Virgen semeja a la de la cabeza de Cristo. Así se establece una relación entre los dos personajes.
El personaje que hunde la lanza en el costado de Cristo también tiene carácter positivo, ya que es Longinos, que posteriormente fue venerado como santo. Era un soldado romano que clavó la lanza en Cristo para asegurar su muerte. Según la leyenda formada desde la Edad Media, cuando el arma traspasó el pecho del Crucificado la herida derramo sangre. Esta sangre salpicó los ojos del entonces verdugo Longinos. El soldado padecía de una enfermedad grave en la vista que le estaba dejando ciego. Al contacto de sus ojos con la sagrada sangre estos sanaron completamente. Por esto vemos que Longinos se toca la cara. Longinos se dio cuenta de la naturaleza divina del Crucificado. Su devota y sacrificada vida posterior le convirtió en santo.
Enfrente están los personajes de carácter negativo. Algunos detalles los identifican con judíos y musulmanes. Así, el personaje de más a la derecha está tocado con un gorro judío. Recordemos que estamos en una época en que eran tensas las relaciones entre cristianos y judios. Pocos años antes de la elaboración del fresco de La Pasión se había asaltado la judería de Estella (1328) con gran mortandad de judios.
Por otra parte, dos personajes llevan escudos de piel de clara tipología musulmana. Es la alusión al enemigo de la Cristiandad en la Península Ibérica. Lógicamente los musulmanes no estuvieron en la Crucifixión, ya que quedaban siglos para que Mahoma naciera, pero el largo combate de la Reconquista todavía se libraba en el sur de España y era una de las preocupaciones de los fieles.
A la derecha de Cristo, un personajes le acerca una una esponja con vinagre. Aunque no queda claro sobre si el sentido de dar de beber vinagre a Cristo fue un acto de compasión para calmar su ser o una mera burla de los soldados que asistían al suplicio. Aquí hay que entenderlo en este segundo sentido, ya que el soldado que extiende el palo con la esponja empapada en vinagre se sitúa a la derecha, en el lugar reservado a los villanos.
Del grupo de personajes negativos salen dos cintas a modo de bocadillos como si de un cómic se tratara. En una dice: “Baje ahora de la cruz y creeremos en él”. Es la duda. En la otra frase: “Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios”. Es el reconocimiento del error. Aunque esta última frase habitualmente se atribuye a Longinos en este lugar tiene el carácter del reconocimiento del error por los infieles, que simbólicamente se prolonga no sólo en el hecho de haber ejecutado a Cristo injustamente, sino que transciende al mismo debate de las creencias y la Fe en las religiones enfrentadas.
Dividiendo los dos grupos tenemos a Cristo. Está representado en mayor tamaño que los demás personajes resaltando su importancia. Aunque el equilibrio domina la escena, vemos como la cabeza de Cristo y la posición de su cuerpo se inclinan hacia la izquierda, señalando la parte positiva, donde está el grupo presidido por su Madre.
Otra singularidad es la representación de la Cruz con forma de Tau, sin el larguero superior. Este tipo de Cruz tuvo mucha difusión a partir de su utilización por San Francisco de Asís y su orden. Parece ser que el origen es mucho más antiguo, pues la Tau es la última letra del alfabeto hebreo con el simbolismo que se desprende de esto: Cruz Tau – Crucifixión – Muerte en sacrificio – final de la misión salvadora de Cristo.
También la Tau se relaciona con el Anj, el símbolo de la vida eterna en el antiguo Egipto. Lo que lleva al significado de que la muerte, esta muerte sagrada que es el sacrificio de Cristo, en realidad es la puerta de la Vida Eterna.
Además la Cruz no es marrón, color normal de la madera. Es verde. No es madera muerta. Tiene el verde de la vegetación viva. Esto incide de nuevo en el simbolismo expresado en el párrafo precedente. El verde alude también a la vida que trae el sacrificio de Cristo en la Cruz para todos los hombres: la Vida Verdadera, la Vida Eterna.
A los pies de la Cruz vemos una calavera y unos huesos. Son los huesos de Adán, el primer hombre y el primer pecador. Sobre sus restos se dice que fue levantada la Cruz de Cristo. Su calavera aflora a la luz, como anticipo de la Resurrección que nos ofrece el sacrificio de Cristo a todos los hombres.
La división de la composición entre parte positiva y negativa, el Bien y el Mal, también queda presente en la parte superior. Allí vemos en los extremos superiores representados a los crucificados que acompañaron a Cristo en el monte Calvario. A la izquierda Dimas, el buen ladrón. Un ángel recoge de su boca su alma para llevarla al Paraiso. A la derecha el ladrón pecador y descreído. Un oscuro demonio que pisa inmisericorde su cabeza arranca su alma para someterla en el infierno a las más crudas torturas.
Cerca de ellos vemos otros dos ángeles que recogen en cálices la sangre sagrada de Cristo. Es una alusión a la Eucaristía, eje fundamental de la Fe cristiana.
Continuación: LA PASIÓN, Juan Oliver – La Resurrección
© Julio Asunción
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