La Casa de Fray Diego de Estella está en la calle de la Rúa. Calle de peregrinos por excelencia, por donde pasa el Camino de Santiago, la calle de la Rúa y los monumentos que la jalonan están declarados Bien de Interés Cultural por el gobierno de Navarra.
Entre los diferentes edificios que engalanan la calle con su riqueza artística, la Casa de Fray Diego de Estella pasa muchas veces desapercibida para los apresurados peregrinos y visitantes de la ciudad del Ega. Lo cual es una pena, ya que es uno de los mejores palacios platerescos de Navarra.
El palacio renacentista es la casa natal de Fray Diego de Estella. Fue tal la importancia que este escritor y teólogo tuvo en el siglo XVI, que a día de hoy el palacio se conoce como la Casa de Fray Diego de Estella más que como Palacio de San Cristóbal, que es su nombre verdadero. Y es que la familia San Cristóbal es el linaje al que pertenecía el teólogo y escritor franciscano. Esta era la casa familiar.
En su día, Fray Diego de Estella (1.524-1.578) fue lo que hoy es un escritor de éxito. Su Tratado de la vanidad del mundo o las Cien meditaciones devotísimas del amor de Dios tuvieron una gran difusión, no sólo en toda la Europa de la contrarreforma. Sus numerosas ediciones fueron traducidas a muchos idiomas, incluidos el azteca y el árabe.
Merece la pena dedicar unos minutos de nuestra visita a Estella a este palacio, que, con su estilo plateresco, completa la riqueza de estilos artísticos que ofrece la ciudad del Ega.
La decoración del Palacio de San Cristóbal es de gran belleza. En la fachada vemos el escudo de la familia. Debajo una leyenda recuerda la fecha de nacimiento de Fray Diego de Estella. El escudo está rodeado de una hermosa orla de frutas sujetada por angelitos.
La decoración escultórica de los balcones esta coronada por los bustos de un hombre y una mujer. Se cree que son las representaciones de Hércules y Venus.
La puerta de acceso merece que nos detengamos a ver las pequeñas figuras que la decoran. Entre sinuosos motivos vegetales aparecen sátiros y otros personajes de raigambre plenamente renacentista. A la izquierda vemos un musulmán con cara de pocos amigos que mira a los peregrinos que vienen por la calle de la Rúa. Seguramente está disgustado por los millones de peregrinos que ha visto pasar en dirección a Santiago siguiendo la ruta de peregrinación cristiana.
En el patio interior, generalmente accesible pues hoy el palacio es casa de cultura, seguimos viendo la decoración plateresca en las ventanas. La decoración es de clara inspiración clásica, lo mismo que las cabecitas que coronan las columnas del patio.
Quién sabe si el joven Diego, cuando paseaba por el palacio familiar, se fijaba en la calavera que adorna una de las ventanas. Quizás le hizo pensar en lo efímero de la vida y de los placeres materiales. Años más tarde, Fray Diego de Estella en su Tratado de la vanidad del mundo escribió sobre la futilidad de las cosas terrenales. Pero cuando las cosas terrenales son tan bellas como el buen arte seguro que dudamos de tan ascética concepción del mundo.
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com
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