Una de las grandes sorpresas que encontré en mi visita a Guadalajara fue el sepulcro de D. Rodrigo de Campuzano. Me había advertido un amable alcarreño que no me lo perdiera. Con razón. Es uno de los mejores sepulcros góticos que he visto.
La estatua yacente se encuentra en la iglesia de San Nicolás que está en la misma calle mayor, la más concurrida y de más sabor de la ciudad. Como la iglesia de San Nicolás no es de las más visitadas de la ciudad, muchos visitantes de Guadalajara se pierden esta joya artística.
La estatua de D. Rodrigo de Campuzano se encuentra en una pequeña capilla a la derecha de la nave principal de la iglesia. Es de finales del siglo XV. Se ha atribuido al maestro Sebastián de Toledo. Está integrada en un catafalco neoclásico, ya que el descendiente de D. Rodrigo, el Conde de Montemar traslado los restos y la escultura funeraria al actual lugar en 1.772. Cuando murieron el Conde de Montemar y su esposa, los restos suyos se unieron a los de D. Rodrigo.
D. Rodrigo de Campuzano murió en 1.488. Fue Comendador de la Orden de Santiago. Tan ilustre caballero está representado en su estatua yacente como si acabara de fallecer. La capa de caballero de Santiago le cubre el lado izquierdo del cuerpo. Es de admirar los pliegues y la caída que tiene la capa, que más que piedra parece verdadera tela.
Entre sus manos agarra la espada. La empuñadura representa la cruz, aspecto religioso tan presente en las órdenes militares. Es tal la maestría del escultor que podemos apreciar hasta las venas que se marcan en el dorso de la mano derecha.
Admirable también es la cota de malla que asoma debajo de la armadura. Podemos contar las anillas de metal (aquí de alabastro) que forman la cota de malla. Su textura contrasta grandemente con la armadura. La armadura tiene detalles tan buenos como los cierres y las correas que la sujetan. También gran detalle tienen los escarpes, que son esos botines de metal que protegen los pies.
El retrato del personaje es otro de los aspectos más interesantes de la escultura. No vemos aquí ninguana idealización del Comendador de Santiago. Vemos un retrato auténtico. Don Rodrigo no era muy atractivo. Apreciamos unos ojos un tanto saltones y una cara no muy amable.
A los pies de D. Rodrigo vemos a un paje que apoya elegantemente el codo en el casco del fallecido. Representa la tristeza por la muerte de su señor.
No podemos dejar de sorprendernos por la perfección anatómica de la representación, la fineza del retrato o el realismo de capa y armadura. Pero tampoco podemos dejar pasar una de las claves de la estatua. Debajo del cojín que sujeta la cabeza del fallecido, podemos ver varios libros. Simbolizan que D. Rodrigo era un hombre no sólo preocupado por la carrera de las armas. También le interesaba la cultura y el conocimiento. D. Rodrigo es un hombre del siglo XV. Murió a finales de la centuria. Tiempos tardogóticos. A las puertas del Renacimiento. Y en el Renacimiento era tan importante para un caballero cultivar tanto la espada como las letras. Don Rodrigo era un erudito que poseía una importante bibliotes. Por otra parte el uso de libros como almohada es muy raro en el arte funerario hispano.
Se dice de esta estatua que tiene la calidad del doncel de Sigüenza. Es cierto que D. Rodrigo no era tan agraciado como el doncel. Pero de lo que no hay duda es que aquel que visite Guadalajara y no haga una visita al Comendador de la Orden de Santiago se perderá una de las mejores joyas artísticas de Guadalajara.
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com
Hola Julio Asunción,
ResponderEliminarGracias por dejarme conocer por este medio el sepulcro de mi antepasado.
Un cordial saludo.