En Santa María de Huerta, pequeño pueblo de la provincia de Soria con menos de 400 habitantes, se encuentran los restos mortales del Arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada.
El pueblo se encuentra junto a la A-2, la autovía que comunica Madrid con Barcelona.
En el Monasterio cisterciense de Santa María de Huerta, el principal monumento de la localidad, se encuentra el sepulcro de esta figura clave de la Edad Media en España.
En este año 2.012, que se cumple el octavo centenario de la batalla de Las Navas de Tolosa, no podemos olvidarnos del arzobispo-guerrero, del intelectual que fue el cerebro gris de la cruzada que culminó con la mayor victoria sobre los sarracenos de la Reconquista.
Junto a los reyes Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho el Fuerte de Navarra encabezó los ejércitos cristianos en los campos de Jaén. Rodrigo Jiménez de Rada limó las asperezas que separaban a los reyes e insufló en las tropas de la Cruz el ardor espiritual que multiplicó sus fuerzas y les llevó a la victoria. En plena batalla, cuando la situación se tornaba adversa a las tropas cristianas, es famoso el diálogo que mantuvo con el rey Alfonso VIII que parecía verse abocado a otra derrota como la de Alarcos:
- ¡Arzobispo, muramos aquí yo y vos!
A lo que Jiménez de Rada contestó:
- ¡De ningún modo, aquí os impondréis a los enemigos!
El resultado ya es sabido. Los sarracenos derrotados y el timón de la Historia dirigido hacia lo que hoy somos.
En la iglesia del monasterio cisterciense está su antiguo sepulcro del siglo XIII. Allí le vemos representado como el eclesiástico. Lleva báculo y mitra. El paso del tiempo ha erosionado sus facciones, que no dejan entrever la enorme personalidad que debió tener en vida. Mientras en la estatua se representa al eclesiástico, en los tres leones sometidos bajo el peso del sepulcro podemos interpretar el valor guerrero que el Arzobispo mostró en vida.
Los restos de Jiménez de Rada no se encuentran en el sepulcro medieval . Están en el presbiterio de la Iglesia. Se encuentran en el sarcófago de la derecha. Enfrente están los de San Martín de Finojosa, abad del monasterio.
Rodean al arzobispo frescos del siglo XVI de Bartolomé de Matarana. En ellos podemos ver la doble vertiente humana de Jiménez de Rada. A la izquierda el sacerdote, bendiciendo a las tropas cristianas antes de la batalla. A la derecha el guerrero, encabezando a las tropas castellanas junto a Alfonso VIII y sustituyendo el báculo por la lanza.
Es probable que sus restos debieran descansar en Navarra. El Monasterio de Fitero reclamó los restos mortales del eclesiástico navarro más importante de la Historia. Jiménez de Rada había encargado un sepulcro allí, monasterio al que había favorecido grandemente. Además el arzobispo era navarro. Nació en Puente la Reina o en Rada. El hecho de estar en el monasterio de Santa María de Huerta se debe a haberlo dispuesto así en su testamento. Pero hay quien duda de la autenticidad del mismo y piensa en una maniobra de los monjes de Santa María de Huerta para albergar la tumba de tan eminente persona.
A pesar de esta polémica, lo cierto es que hoy descansa casi en la frontera entre Castilla y Aragón, y muy cerca de Navarra. Parece como si el destino le hubiera dado su última morada en un lugar equidistante al centro de los tres reinos. Es como si nos recordara sus gestiones constantes para eliminar las disputas entre reinos vecinos y unirlos ante el peligro común. Quizás desde su tumba todavía quiera decirnos algo…
- Monumento de Jiménez de Rada y San Martín de Finojosa.
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com
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