CASTILLO DE ORIHUELA


Orihuela es una de las ciudades más monumentales de la Comunidad Valenciana. La ciudad se encuentra a los pies del Monte San Miguel. Este monte, que se destaca de la sierra de Orihuela como si fuera una inmensa torre albarrana, tuvo un valor estratégico fundamental en los siglos pasados. Sobre su cima se levantó una de las fortalezas más poderosas del Levante mediterráneo: el castillo de Orihuela.



Merece la pena el esfuerzo que supone subir desde el seminario hasta el castillo de Orihuela al que sólo se puede acceder andando. A pesar de que las diversas vicisitudes por las que ha pasado el castillo han hecho que se haya perdido buena parte del mismo, allí todavía nos esperan potentes torreones y largos lienzos de muralla que han quedado como testigos mudos de la importancia que tuvo en el pasado la fortaleza. Los restos que podemos apreciar del castillo de Orihuela proceden de tiempos islámicos y medievales. Aunque probablemente el uso de este lugar como fortaleza tuvo un origen bastante anterior,  Se ha llegado a pensar que en tiempos de los cartagineses hace más de 2200 años hubo aquí una fortaleza que era parte del sistema defensivo que protegía la capital de los cartagineses en la Península Ibérica, la antigua Cartago Nova, hoy Cartagena.

Más clara parece la existencia del castillo en época visigoda, en tiempos de Teodomiro, el noble visigodo que se convirtió al islam en el siglo VIII ante la amenaza de perder sus dominio sobre este territorio con la llegada de la invasión musulmana. El castillo permaneció en poder de los sarracenos hasta que fue tomado definitivamente por las tropas de Alfonso X en 1266. En el siglo XIV en la Guerra de los dos Pedros que enfrentó a las tropas castellanas de Pedro I de Castilla con las del Pedro IV de Aragón el castillo de Orihuela sufrió un sitio de dos años. Se dice que los defensores del castillo llegaron a practicar el canibalismo en el duro asedio a que fueron sometidos. Durante la Edad Media fue la llave de la defensa del Reino de Valencia tal como dijo Jerónimo Zurita en el siglo XVI,
Desde el castillo bajaban lienzos de murallas que rodeaban y protegían la ciudad antigua de Orihuela. Parte de estas murallas todavía las podemos ver bajo tierra en el Museo de la muralla, en el centro de la ciudad. 
La decadencia del Castillo empezó con la explosión del polvorín que allí se encontraba durante la Guerra de Sucesión por la caída de un rayo a principios del siglo XVIII. Lo terminó de arruinar el terremoto de 1829. Pero aún así todavía quedan bastantes restos que tienen el encanto de aquellas ruinas tan apreciadas en el Romanticismo. Estos históricos torreones y murallas que han aguantado estoicamente el paso de los siglos fueron declarados Ruinas Gloriosas en 1931.



En lo más alto del castillo, a 240 metros de altura, se han conservado los restos de un aljibe. Desde allí, y desde otras muchas partes de la fortaleza, se tienen unas vistas extraordinarios de la zona. Contemplaremos buena parte del sur de Alicante y del norte de Murcia desde cualquiera de sus torreones. Hoy no escucharemos los gritos de guerra de los que fueron testigos estos muros. Quizás llegue a los oídos del visitante el murmullo de la bulliciosa ciudad de Orihuela.
Los viejas murallas del castillo de Orihuela son un patrimonio de nuestra historia que no debe ser olvidado y que todos tenemos que proteger.  Eso incluye consolidar las estructuras pero no restaurarlas de manera salvaje construyendo un nuevo castillo sobre el antiguo, circunstancia que ya he visto demasiadas veces. He llegado a sospechar no sólo del mal gusto de los promotores de este tipo de restauraciones. Creo que oscuros intereses y quizás jugosas comisiones han podido moverse en más de una ocasión en que una supuesta restauración se ha cargado el encanto de un monumento medieval. 
Las cicatrices del castillo de Orihuela también deben conservarse. Son parte de su historia.
En este enlace tienes una ruta que recorre el castillo de Orihuela sin olvidar ninguna de sus estructuras conservadas: Ruta del Castillo de Orihuela desde el Seminario.


© Julio Asunción

ERMITA DE SAN ROMÁN–Aoiz

Ermita de San Román - Aoiz - Agoitz
Ermita de San Román - Aoiz - Localización
La ermita de San Román se encuentra a tres kilómetros de Aoiz. Es una pequeña ermita que estaba en bastante mal estado y ha sido restaurada recientemente. La ermita se encuentra en un alto y crea una bella estampa en medio de los campos cultivados. Artísticamente no es destacable. Pero el lugar donde se encuentra es un lugar histórico para Navarra y muy importante para Aoiz ya que aquí tiene su origen el escudo de esta localidad navarra.





Son muchos los lugares que son recordados por haber sido escenarios de batallas y enfrentamientos. Muchos menos lo son aquellos en los que se firmó la paz. Este es el caso de la ermita de San Román. Aquí, en el año 1479, agramonteses y beaumonteses acordaron la paz ante la presencia de la entonces regente Doña Magdalena, siendo rey de Navarra Francisco Febo. Los agramonteses y los beaumonteses eran dos facciones nobiliarias que llevaban varias décadas enfrentadas. Estas luchas marcaron la decadencia del Viejo Reino de Navarra en la segunda mitad del siglo XV. En la ermita de San Román por fin primó la cordura y cesó la sangría que afectaba a los pueblos y pobladores de Navarra. Atrás había quedado la historia trágica del enfrentamiento del rey Juan II y su hijo el Príncipe de Viana, ambos ya fallecidos. El hecho de que Juan II no hubiera cedido el trono a su hijo tras la muerte de la reina Blanca estaba en el origen de la encarnizada guerra civil que enfrentó a los dos bandos durante décadas. Los beaumonteses apoyaron al príncipe. Los  agramonteses al rey Juan.


Ermita de San Román - lugar donde se acordó la paz de Aoiz
Escudo de Aoiz
Los dos líderes militares de los grupos enfrentados, Don Pedro de Navarra por los agramonteses y don Luis de Beaumont por los beaumonteses, clavaron sus espadas en el suelo delante de la ermita como señal de paz. Este gesto quedó recordado de manera indeleble en el escudo de Aoiz, donde aparecen las dos espadas con la punta hacia abajo y en el medio una corona, como símbolo de la intermediación real para la obtención de la paz.

Interior de la ermita de San Román de AoizDesgraciadamente la paz se acabó convirtiendo en simple tregua. Habían sido muchos años de luchas, banderías, asesinatos y atropellos por ambos bandos. No se podían olvidar fácilmente. La falta de una monarquía fuerte que embridara las ambiciones nobiliarias poco colaboraba en la pacificación del reino. A ello se sumaba el mayor interés prestado por los reyes a las posesiones francesas que a Navarra. A los pocos meses agramonteses y beaumonteses volvieron a las andadas. Estas disputas tuvieron mucho que ver en el destino del Viejo Reino de Navarra. 33 años después de la paz de Aoiz, en 1512, las tropas castellanas y vascas de Fernando el Católico conquistaban Navarra con apoyo de los beaumonteses. Si la paz de Aoiz hubiera perdurado en el tiempo seguramente el destino de Navarra hubiera sido muy distinto.

Escudo de Aoiz en la fachada de una de las viviendas de la localidadEl escudo de Aoiz, al recordar las paces establecidas en la ermita de San román, es muy original. Lo habitual en la heráldica es recordar hazañas guerreras. En el símbolo de Aoiz las espadas, en contra de su naturaleza, recuerdan la paz.

Al visitar la ermita de San Román podemos imaginar esa mañana de 1.479 con las tropas agramontesas y beaumontesas dispuestas marcialmente ante tan importante acto. Veríamos a la regente Doña Magdalena satisfecha ante lo que creía iba a ser el preludio de un reinado tranquilo para su hijo Francisco Febo. A Pedro de Navarra y a Luis de Beaumont estrechando sus manos tras haber desenfundado sus espadas y haberlas clavado en el suelo ante la puerta de la ermita. Quizás los más satisfechos fueron los vecinos de Aoiz que se acercaron a ver a tan eminentes personajes. Por fin venía la paz, tan querida por el pueblo que es quien más sufre las guerras. Lástima que fuera solo un espejismo…
 
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com







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