Está instalado en parte en una pequeña iglesia que fue construida en la zona de los antiguos claustros. Posee una colección que merece la pena visitar.
En el Museo Diocesano está la sillería que antes se situaba en el centro de la catedral. Es un bello trabajo en madera realizado en el siglo XVI y reformada en el XVIII. Están representados santas y santos. Merece fijarse en los personajes que se encuentran bajo los apoyabrazos de los asientos, la mayoría desnudos y bastante curiosos.
La principal pieza del Museo Diocesano de la catedral de Huesca es el retablo de Montearagón, que fue traído de la abadía del castillo del mismo nombre, en las cercanías de Huesca. Obra de Gil de Morlanes de principios del siglo XVI. Es una obra excelente de trabajo en alabastro que en origen estuvo policromado. La talla central es el juicio final, con San Miguel luchando contra los demonios y encima Cristo, resucitado y presidiendo el cielo y rodeado de sus apóstoles.
A la izquierda del retablo está expuesta una pequeña obra también de alabastro que conserva buena parte de su policromía. Obra atribuida a Damian Forment de 1.520. Esta obra antes estuvo en un lugar de privilegio, ya que se encontraba en la pequeña capilla que se encuentra tras el óculo del altar mayor, que era la capilla del Sacramento. Se representa la Epifanía. Como curiosidad decir que esta obra apareció representada en un sello de la Casa de la Moneda en la Navidad de 2.007, por lo que puede ser que el que esto lee haya recibido una felicitación navideña con esta imagen en el sobre.
Destaca la colección de pintura gótica. Me pareció muy curioso el retablo de la Coronación de María, pintado por Pedro Zuera hacia 1.430-1.469. Me llamó la atención los cuadros que están alrededor del motivo principal. Son los Doce Confesores (santos que no fueron mártires), los Doce apóstoles, los Doce Santos y las Doce Santas. Me recordó a esas fotos oficiales que a principio de temporada hacen los equipos de fútbol para los pósteres :-) También me pareció simpática la representación de Santiago que destaca con un gran sombrero negro adornado con la venera del peregrino que es más grande que el nimbo de santidad.
Otras piezas que no nos podemos perder, son las vírgenes románicas ni las pinturas murales medievales. Entre ellas destaca el pantocrátor pintado hacia 1.300.
Otra curiosidad del Museo Diocesano de la Catedral de Huesca, sobre todo para los amantes de la arqueología, son los dos bustos romanos encontrados en el santuario de San Úrbez. Son del siglo I-III d.C.
No acaban aquí las obras importantes del Museo Diocesano. En una pequeña sala que se encuentra cerca de la puerta de subida a la torre, dentro de las salas dedicadas a la orfebrería, el museo guarda tres verdaderas joyas del medievo. Son tres arquetas del siglo XIII traídas de los talleres de Limoges, los mejores en trabajo en esmalte de la Edad Media.
Desde el Museo Diocesano pasamos al interior de la Catedral bajo un pórtico coronado por un tímpano también muy interesante, donde se conjuga escultura (Virgen con el Niño y dos ángeles) con pintura (entre las figuras podemos ver a San Miguel) .
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Exterior y portada de la Catedral de Huesca
Torre campanario de la Catedral de Huesca
Interior de la Catedral de Huesca
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