Con la entrada al Museo Diocesano está incluido el acceso a la torre campanario. En origen era más alta, lo que estilizaba el aspecto de la catedral. Pero en el sitio de la ciudad por los republicanos en 1936, quedó destruida en un tercio de su altura.
Pero no hay mal que por bien no venga, ya que en su restauración se creo en lo más alto una terraza que es el mejor mirador sobre la ciudad de Huesca. Eso sí, para ganar estas vistas previamente hay que pagar con el esfuerzo de superar los 180 escalones que llevan a la terraza. Esfuerzo que merece la pena por las excelentes panorámicas.
En lo alto de la torre, que es el punto más alto de la ciudad, hay un vértice geodésico. Ante nuestros ojos se extiende, al norte la sierra de Guara. Como puntos de atención destacan, el Salto de Roldán y el castillo de Montearagón. En este castillo fue enterrado originalmente el rey Alfonso el Batallador, hoy en el Panteón Real de la Iglesia de San Pedro el Viejo.
También desde aquí, si no tenemos vértigo, podemos echar un vistazo, a la plaza donde veremos, en una vista cenital, el palacio del Ayuntamiento, otro de los monumentos de Huesca.
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Museo Diocesano de la Catedral de Huesca
Interior de la Catedral de Huesca
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