En Peralta, al sur de Navarra, junto al río Arga, encontramos a la Virgen de Nieva, de gran devoción en el pueblo. Su historia tiene que ver con reinas medievales, apariciones milagrosas, santuarios y peregrinaciones.
La Virgen de Nieva preside el altar de la iglesia de San Juan Evangelista.
La Virgen de Nieva preside el altar de la iglesia de San Juan Evangelista.
El origen de esta devoción viene de bastante lejos, de tierras de la Meseta. Más concretamente de Segovia, del santuario de Santa María la Real de Nieva. Este santuario fue fundado a finales del siglo XIV por una reina inglesa, Catalina de Lancaster, que casó con el rey de Castilla Enrique III. El motivo: su peregrinación al cerro donde había sido encontrada por un partor la Virgen de Soterraña, llamada así porque el pastor la encontró bajo tierra (so-terra).
Casi medio siglo después de su fundación, en 1.441, en el santuario se reunieron las reinas de Portugal y de Castilla con la reina de Navarra Blanca I, madre del príncipe de Viana, que habían peregrinado a ver a la Virgen de Soterraña. La reina Blanca enferma y muere aquí. Ahora sigue enterrada en este monasterio segoviano, lejos de su reino.
En el siglo XVIII la devoción a la Virgen de Nieva se extiende por pueblos y caseríos de toda España. Al santuario son trasladadas imágenes marianas para que tocadas con la original tomaran sus atributos benéficos. Y es que a la Virgen de Nieva se le pide por la protección de los campos y ganados para que no sufran granizos ni otros fenómenos climatológicos adversos al tiempo que procura la fertilidad y productividad de las reses.
Por esta devoción, hoy es la patrona de Peralta. Es una de esas imágenes del siglo XVIII que visitaron a la Virgen de Nieva en Segovia. Y todas las primeras semanas de septiembre el pueblo se vuelca en la celebración de su patrona. Hoy la mayoría de los peralteses no viven del campo ni del ganado, pero todavía se confía en la Virgen para que ayude a solucionar las preocupaciones o los anhelos de los habitantes de la Villa.
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