El castillo de Montearagón se levanta desde la lejanía desafiante sobre al Hoya de Huesca, como testigo de la importante Historia que sus piedras atesoran.
Tenemos que situarnos en el siglo XI, cuando los reinos cristianos de la Península Ibérica se habían lanzado valerosamente a la Reconquista. Eran tiempos difíciles, cuando nada estaba decidido. Es más, el poder de los incipientes reinos cristianos estaba aun en pañales y no tenía comparación con el poder militar de los invasores musulmanes.
Y es en este contexto, cuando Sancho Ramírez, rey de Aragón y Pamplona (luego reino de Navarra), se asoma con sus tropas desde lo profundo del Pirineo, donde sus antecesores habían creado el reino cristiano, a la Hoya de Huesca. Ante su vista la ciudad de Wasqa, Huesca, ciudad que controlaba esta zona para los musulmanes.
Huesca era el objetivo siguiente. Y el castillo de Montearagón, la punta de lanza que ayudaría a derrotar al enemigo.
Sancho Ramírez manda construir el castillo como base para la reconquista de Huesca. Esto nunca lo vio el rey, que murió mientras inspeccionaba las murallas de la ciudad para localizar puntos débiles. Un hábil arquero acabó de certero flechazo con Sancho, que murió en brazos de su hijo Pedro, al que hizo jurar que tomaría la ciudad y acabaría la empresa empezada.
Era el 4 de junio de 1094.
Dos años más tarde, el 19 de noviembre de 1.096 Pedro I hizo honor a su juramento y tomó Wasqa tras la decisiva batalla de Alcoraz, en los alrededores de la ciudad. Aquí derrotó a las tropas musulmanas que venían de Zaragoza a auxiliar a los sitiados. Junto a los musulmanes también habían tropas castellanas, que por enemistad con Aragón y por cumplir con los compromisos de vasallaje con los moros lucharon con ellos. Musulmanes y castellanos fueron vencidos y la ciudad cayó por fin. De esta batalla quedan las cuatro cabezas de reyes moros en el escudo de Aragón y también la cruz roja de San Jorge, pues dice la leyenda que el santo guerrero se apareció en medio de la batalla para ayudar a los cristianos.
Era el 4 de junio de 1094.
Dos años más tarde, el 19 de noviembre de 1.096 Pedro I hizo honor a su juramento y tomó Wasqa tras la decisiva batalla de Alcoraz, en los alrededores de la ciudad. Aquí derrotó a las tropas musulmanas que venían de Zaragoza a auxiliar a los sitiados. Junto a los musulmanes también habían tropas castellanas, que por enemistad con Aragón y por cumplir con los compromisos de vasallaje con los moros lucharon con ellos. Musulmanes y castellanos fueron vencidos y la ciudad cayó por fin. De esta batalla quedan las cuatro cabezas de reyes moros en el escudo de Aragón y también la cruz roja de San Jorge, pues dice la leyenda que el santo guerrero se apareció en medio de la batalla para ayudar a los cristianos.
El castillo de Montearagón fue testigo de este episodio, uno de los más importantes de la Reconquista. Para llegar a la fortaleza, hay que tomar la carretera que desde Huesca lleva a Barbastro, y salirnos a la altura del pueblo de Quicena, desde donde sale una carretera asfaltada que nos lleva a la fortaleza que se encuentra a tan sólo 5 Km. de la capital.
Su estampa, elevándose sobre los cerros sin vegetación, con los muros del mismo color que la tierra desde donde se alzan, es magnífica.
Aunque sufrió incendios, expropiaciones y desamortizaciones, todavía los muros aguantan vigilando orgullosamente desde su atalaya privilegiada. Hacia el norte las montañas, desde donde se inició el reino. Hacia el sur las tierras que había que ganar, hoy ganadas.
Podemos acceder al castillo sin dificultad, pues no está cerrado. De su exterior destaca la torre albarrana y la puerta de entrada que da paso al recinto donde quedan las ruinas de las habitaciones y estancias, ya que posteriormente, tras la toma de Huesca paso a ser monasterio.
La iglesia que vemos hoy no es la románica que debió existir. Es del siglo XV reformada en el XVIII. Bajo el templo lo más interesante, la cripta. Hoy está cerrada con verja metálica por los graciosos que disfrutan haciendo graffitis y afeando el patrimonio. Si está tan afeada, ¿por qué tiene importancia?, Porque aquí estuvo hasta 1845 el panteón de Alfonso I el Batallador, rey de Aragón que conquistó Zaragoza. Tras las desamortizaciones sus restos fueron trasladados a San Pedro el Viejo, en Huesca, lugar donde todavía se encuentran, si bien cubiertos con simple sarcófago que no hace honores al rey más importante de Aragón junto con Jaime I el Conquistador. Sancho Ramírez, Pedro I, Alfonso el Batallador… En Montearagón pisamos Historia. Historia del Reino de Aragón.
Las panorámicas desde el castillo son extraordinarias en todas direcciones. Acostada en el llano, veremos la ciudad de Huesca. Podemos imaginarnos a Sancho Ramírez y a su hijo Pedro observando con fija mirada la ciudad. Su destino estaba delante de esos muros…
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Geniales las fotografías.
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