Pablo Sarasate (1.844-1.908) fue el músico pamplonés más importante de todos los tiempos. Aunque también fue compositor, se le recordará especialmente por su manera magistral de tocar el violín. Ha sido uno de los mejores violinistas de todos los tiempos. Cogió el testigo del genovés Niccolo Paganini, que murió cuatro años antes de que naciera el pamplonés y que también era admirado por sus interpretaciones al violín.
Desde los 7 años Pablo Sarasate ya actuaba en los escenarios, y a los 13 ya obtenía premios del Conservatorio de París. Luego todo fueron éxitos en los más prestigiosos teatros y auditorios de Europa y América.
En el centro de Pamplona, en el Palacio del Condestable, podemos visitar el museo dedicado al genial violinista. Pero en esta ocasión, nos acercamos al cementerio de Pamplona para visitar su último hogar y rendirle nuestro modesto homenaje. El mausoleo de Pablo Sarasate se encuentra en la calle principal del cementerio.
En el medio de una rotonda se alza el catafalco. No es espectacular, como por ejemplo el del gran tenor Gayarre en Roncal. Rodean la tumba unos pebeteros que lucen llamas de piedra a modo de ofrenda al músico.
Pero lo que no debe pasar desapercibido a nuestros ojos es el violín esculpido en uno de los laterales. Sobre el violín unas ramas de laurel, símbolo del éxito, del triunfo. Sarasate nunca querría estar lejos de un violín, el instrumento con el que tantas sensaciones creó, con el que tantos aplausos cosechó. Y no sólo en los grandes escenarios. El pamplonés siempre tuvo un gran cariño por su “patria chica”. Visitaba asiduamente Pamplona en los sanfermines y tocaba desde el balcón de su hotel para disfrute de sus paisanos. Un gran músico y un gran pamplonés. “La bondad de su corazón le hizo ser amado por cuantos le conocieron”, podemos leer en uno de los lados del mausoleo.
En una tumba cercana al mausoleo de Pablo Sarasate podemos leer: “Detente. Este sepulcro que indiferente miras, a despreciar te enseña lo que en el mundo admiras”. Pero la muerte no lo destruye todo. En el cementerio de Pamplona el violín de piedra de Sarasate ya no puede crear bellas notas. Pero el valioso violín Stradivarius de Sarasate, su instrumento preferido, lo donó en el testamento al Corservatorio de Madrid. Hoy este violín lo tocan los ganadores del Premio Nacional de Violín, promesas de la música que buscan seguir la senda de éxitos de Sarasate. Es la herencia del genio.
Cuando dejemos el cementerio no debemos dejar de visitar una de las mejores esculturas urbanas de Pamplona: Vida y Muerte o El Pensador de Pamplona
Brillante Violinista! Pronto tendre la oportunidad de visitar ese lugar y tomar fotos. Descansa en paz Pablo.
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