La Basílica de San Francisco Javier es el lugar de más devoción de Navarra. En primavera miles y miles de navarros andan decenas de kilómetros para acercarse al lugar donde vio la luz por primera vez el santo. San Francisco Javier (1.506-1.552) es, con San Fermín, el patrón de Navarra. También fue fundador de los Jesuitas junto con Íñigo de Loyola.
En el castillo de Javier nació el santo y vivió sus primeros años antes de lanzarse por el mundo a extender la fe cristiana. Junto al castillo se levanta la basílica, lugar muy especial dentro del conjunto monumental ya que en su interior se encuentra el lugar exacto donde, según la tradición, nació el santo.
La basílica fue mandada construir por la duquesa de Villahermosa, tal como vemos escrito en una cartela sobre la entrada de la iglesia. Esta noble era descendiente de la familia de San Francisco Javier. Fue construida por Ángel Goicoechea entre los años 1.896 y 1.901. Es un buen exponente del eclecticismo, del historicismo imperante en esos años de cambio de siglo. Así, Goicoechea consigue una interesante conjunción de estilos. Lo primero que llama la atención es la escenográfica fachada de estilo neorrománico, que se levanta al final de una escalinata, creando una primera sensación de ascensión necesaria para acceder a lo sagrado. A esa preparación del visitante para acceder al espacio sagrado colaboran también los dos bellos ángeles que flanquean el arco de acceso al templo.
Llegamos a la entrada de la basílica. En los capiteles vemos escenas de la vida del santo. Algunas son felices como cuando San Francisco Javier recibe la bendición de San Ignacio de Loyola o el curioso milagro del cangrejo que le devolvió su crucifijo, que había lanzado al mar el santo para calmar una tormenta que amenazaba a él y a sus acompañantes cuando se desplazaban de isla en isla en las Molucas. Otros son más dramáticos como cuando los aborígenes intentaron apedrearlo o el momento de su muerte. También son curiosos los motivos que separan las diferentes escenas de los capiteles, que hacen referencia a los escenarios donde transcurren los episodios de la vida del santo: una columna, un monstruo marino, un elefante de larga trompa y una palmera.
En el tímpano está representado San Francisco Javier rodeado de lugares de todo el mundo que fueron visitados por San Francisco Javier y donde repartió sus beatíficas enseñanzas.
En la parte más exterior del tímpano hay una inscripción en latín que traducida dice: “¿Qué aprovecharía ganar todo el mundo si se pierde lo más valioso de sí mismo?” Sabia lección. ¿De qué valen las riquezas materiales si se pierde el alma? San Francisco Javier no sólo mantuvo su alma impoluta, sino que ganó buena parte del mundo, pero no de forma material, sino espiritual. Atravesamos el umbral y entramos en el templo.
© Julio Asunción.
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