ANTONIO DE OQUENDO–San Sebastián

Monumento a Oquendo - Donostia
 
Localicazión Estatua del Almirante Oquendo¿Quien puede dudar que el pueblo vasco es un pueblo marinero? El Cantábrico golpea con su oleaje en los acantilados y playas como un canto de sirena que para muchos fue irresistible.
Muchos donostiarras respondieron a esa llamada y dedicaron su vida a los horizontes marinos,  inabarcables y peligrosos. Entre ellos destaca Antonio de Oquendo.
Antonio de Oquendo nació en 1.577. Era hijo de Miguel de Oquendo, también reputado marino, que murió en el desastre de la Armada Invencible.
Con 18 años Antonio de Oquendo ya tenía el mando de navíos ligeros de la armada española.
En 1604, con 27 años, sus buques dieron caza a un corsario inglés que atacaba las costas de Portugal, Galicia y Andalucía. Se batió en cubierta contra los piratas demostrando gran valor y  fiereza. El inglés dejó de ser un problema.
Su labor en la protección de los galeones que venían de las Indias aumentó su fama. En 1626 fue nombrado almirante general de la armada del Océano.
Sus servicios a la armada y al rey le valieron ser nombrado caballero de Santiago y Vizconde. Pero a Oquendo, más que las galas y lujos de la Corte, le gustaba el crujir de la madera de la cubierta de su barco, el ulular del viento en las velas y el olor de la pólvora de los cañonazos.
En 1631 deshizo una escuadra holandesa en la batalla de los Abrojos, apoderándose del estandarte holandés.
En 1639 los holandeses se tomaron la revancha en la batalla de las Dunas. Pero tal fue la fiereza con que defendió su barco Oquendo que el almirante holandés, que no pudo apresar a la nave capitana, llegó a decir que don Antonio de Oquendo era invencible. De hecho el barco de Oquendo, el galeón Santiago, mandó al fondo del mar a varios buques holandeses y cuando volvió a puerto se contaron 1.700 balazos de cañón en el casco del navío.
Al año siguiente, en 1.640, el almirante Oquendo murió en La Coruña. Más de 100 combates navales luchó este marino singular en sus 73 años de vida.
 
Plaza de Oquendo desde el otro lado de la ría - San Sebastián
 
Este lobo de mar guipuzcoano tiene en San Sebastián un gran monumento que lo recuerda. El monumento conmemorativo está en la plaza Oquendo. Es obra de Marcial de Aguirre. Fue levantado en 1.894.
El monumento está orientado a la ría. Pero Oquendo dirige la mirada hacia la izquierda, buscando ese mar Cantábrico que desde chico le hechizó.
 
Antonio de Oquendo - Monumento en San SebastiánCoronando un alto pedestal vemos a Antonio de Oquendo altivo y desafiante. En su mano izquierda sostiene la bandera que va a defender durante toda su vida. En la mano derecha la espada que muchas veces tuvo que usar en la cubierta de los buques abordados. No vemos aquí al almirante tocado con distinguido sombrero o portando el bastón de mando. Oquendo era ante todo un soldado dispuesto a bregar en la lucha como el primero. Un Alatriste de mar adentro.
La estatua de Oquendo mide 3,5 metros sin contar la bandera. Pesa 2,7 toneladas.
 
     
 
Monumento a Oquendo - cabeza de NeptunoEn el pedestal bajo sus pies vemos representado al dios del mar, Neptuno. Oquendo se alza sobre él como dueño del mar, como el Neptuno vasco que fue en muchos combates navales.
Las dos mujeres de su vida le acompañan. La marina y la guerra. Es lo que representan las dos hermosas mujeres que forman parte del monumento. Están realizadas con mármol de Carrara.
 
 
Monumento a Oquendo - La Marina - DonostiaMonumento a Antonio Oquendo - La Guerra - San Sebastián
 
En la parte más baja del pedestal varias placas de bronce recuerdan algunos combates navales en los que intervino el almirante Oquendo. Junto a ellas los escudos de San Sebastián, Guipúzcoa y España, lugares a los que dedicó su lealtad.
 
Monumento al almirante Oquendo - Escudos y relieves de batallas
 
Una placa recuerda al insigne guipuzcoano: “Al Gran Almirante D. Antonio de Oquendo, experto marino, heroico soldado, cristiano piadoso, que al declinar el poderío de España, supo mantener en cien combates el honor de la patria. Dedica este tributo de amor la ciudad de San Sebastián, orgullosa de tan preclaro hijo. 1577-1640.”
 
Estatua de Antonio de Oquendo al atardecer - San SebastiánLa estatua de Oquendo está fundida con el bronce de cañones que cedió el Ministerio de la Guerra. Seguro que Oquendo, que vivió entre los cañones de sus galeones, no hubiera preferido ser esculpido en oro.
 
 

© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com

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