En un tiempo en que la cultura parece tener una importancia secundaria en la sociedad de las prisas y de lo inmediato, es una necesidad mencionar a aquellos valientes que, desde su trabajo diario, se dedican a fomentarla. Este es el caso de Carmelo, dueño de La Casa del Libro, más conocida como La librería de la Estafeta. Es una de las librerías más antiguas de Pamplona. Carmelo lleva toda su vida vendiendo periódicos y libros. De chaval voceaba por las calles de Pamplona repartiendo periódicos. Y hoy, años después, sigue repartiendo noticias y cultura entre los pamploneses.
Un oficio que le viene de lejos. Fue en los años 30 del siglo XX cuando su abuelo abrió la primera librería en la calle Eslava. ¡Qué tiempos aquellos! La librería era al mismo tiempo almacén de sal. Desde entonces, y ya casi va a hacer un siglo, la familia de Carmelo se ha dedicado a su librería.
Carmelo atendiendo a unas clientas |
La Casa del libro en su emplazamiento de la calle Estafeta |
En 1943 La Casa del Libro se trasladó a su actual emplazamiento, el número 36 de la calle Estafeta, la calle más conocida de Pamplona. Carmelo, como no podía ser de otra manera para quien se ha ganado la vida en la calle donde miles de mozos huyen de los astados cada mes de julio, siempre ha sido sanferminero y ha vivido la gran fiesta de Pamplona con pasión.
Este amor por Pamplona y los sanfermines, ha llevado a Carmelo, sin quererlo, a ser el librero más famoso de Navarra. Todos los que vivimos aquí recordamos el reloj que marcaba la cuenta atrás de los sanfermines, que se encontraba al final de la calle Estafeta, en la tienda de Kukuxumusu. Siempre que pasábamos por Estafeta lo mirábamos para ver cuanto tiempo faltaba para el chupinazo. Al mismo tiempo, ese bailar de los números en esa rítmica cuenta atrás, nos hacía recordar los buenos momentos pasados durante las fiestas. "Ya falta menos" decíamos para nuestros adentros.
Carmelo con su abuelo en la puerta de la librería |
El reloj de los sanfermines en la Librería de la Estafeta |
El reloj se había convertido en el más famoso de Pamplona junto al del Ayuntamiento que marca el disparo del cohete que inicia las fiestas. Tras el cierre de Kukuxumusu el reloj languidecía en un almacén y esa cuenta atrás tan ilusionante para muchos se había parado. ¿Para siempre? Carmelo, que lleva los sanfermines en la sangre, no podía consentirlo. Tuvo la genial idea de no dejar que se perdiera esta tradición. Y así fue como se decidió a comprar el reloj que muchos echaban en falta pero que nadie se decidía a rescatarlo y que, de no ser por Carmelo, podía haber acabado en una planta de reciclado de basura tecnológica. Y ahora, el reloj de los sanfermines, vuelve a lucir en la fachada de su librería. Y vuelven los grupos turísticos a pararse ante el reloj mientras los guías explican su historia y lo que significa.Y los de aquí volvemos a murmurar mientras pasamos por estafeta: "Ya falta menos".
El reloj se parece a esos relojes, más pequeños, que salen en las películas y que marcan la cuenta atrás de una bomba. Creo que es una buena comparación. El reloj de La Librería de la Estafeta activa también una explosión. La explosión de alegría que invade a paisanos y visitantes y que ya mencionó Hemingway cuando paseaba por Pamplona y fue testigo del comienzo de los sanfermines. No sería de extrañar que el gran literato que tanto hizo por difundir el conocimiento de la fiesta en el mundo, entrara más de una vez en La Librería de la Estafeta a comprar el periódico o algún libro con el que entretenerse entre copa, celebración y encierro.
Por todo esto, la Casa del Libro, La librería de la Estafeta, la librería de Carmelo, es más que una librería. Ha pasado a ser parte de la historia de Pamplona. Una historia más humilde, que no habla de reyes, de guerras ni de política, pero que no por eso deja de ser importante.
Si visitamos la librería allí nos atenderá amablemente Carmelo. Si mencionamos lo del reloj, modestamente le quitará importancia. Como dice Carmelo lo ha rescatado porque es propiedad de todos los pamploneses.
Y es que no podían dejar de latir esos números rojos, color tan navarro y tan sanferminero.
Me despido de Carmelo. Tiene trabajo. Los clientes no dejan de entrar en la librería. Mientras salgo pienso que Carmelo es un ejemplo. Un ejemplo de como desde el humilde trabajo diario y desde el amor a la tierra y a las tradiciones se puede ser y hacer Pamplona.
© Julio Asunción
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