La estatua del pintor José de Ribera (Játiva 1.591 – Nápoles 1.652) se encuentra en la plaza del Poeta Llorente, junto a la concurrida calle del Pintor López y junto al monasterio del Temple.
José de Ribera fue uno de los mejores pintores del siglo XVII. Su tenebrismo, influenciado por Caravaggio, le hizo famoso en toda Europa. Pasó la mayor parte de su vida en Nápoles, que era entonces uno de los virreinatos del Imperio español. Allí los italianos le llamaban el Spagnoletto, “el españolito”.
La estatua de Ribera es una de las mejores obras de Mariano Benlliure (1.862-1.947) y una de las de más preciosismo técnico del gran escultor valenciano. Podemos decir que fue la primera de sus obras importantes, ya que la realizó con tan sólo 25 años y fue la obra que le consagró como el gran artista que era, ya que esta estatua obtuvo el primer premio de escultura de la Exposición Nacional de Madrid del año 1.887. A partir de entonces su nombre fue reconocido como uno de los mejores escultores españoles.
La escultura es un homenaje de los artistas valencianos hacia su paisano José de Ribera. A la iniciativa de Aurelio Querol para la erección del monumento se sumaron muchos artistas. Uno de ellos fue Benlliure que hizo la escultura sólo por el coste de su fundición, sin cobrar su trabajo.
Viendo la escultura de Ribera no tenemos duda del merecimiento del premio otorgado en la Exposición Nacional de Bellas Artes. La vestimenta del pintor parece totalmente real, con una caída naturalista de los ropajes que se hace perfecta en las calzas y en la capa que cae sobre la espada. Otro detalle que sorprende es la primorosa gorgera de fina puntilla que adorna el cuello y el pecho de Ribera.
El realismo de la obra no se acaba en la manera increíble que tiene Benlliure de crear la textura de las telas en el frio bronce. Podemos fijarnos también en la espada de hermosa empuñadura, en el puñado de pinceles que porta en la mano izquierda o en el detalle de los grumos de pintura sobre la paleta.
Ribera mira concentrado un imaginario cuadro que tiene delante. Podemos pensar en cualquiera de sus tremendos y dramáticos cuadros tenebristas de martirios de santos que tanta difusión tuvieron mediante los grabados que se distribuyeron por toda Europa. Parece como si Ribera fuera a dar una de sus últimas pinceladas a una de sus obras. Es como si volviendo de la calle sin haberse desembarazado de la capa y aún con la espada al cinto, se aprestara a dar un toque maestro al cuadro.
Benlliure no sólo ha representado al gran pintor. También representa aquí al caballero español del siglo XVII, siempre con la espada a mano, cual capitán Alatriste hecho en bronce. De hecho Ribera era un luchador a su manera. Sus cuadros religiosos y las iconografías difundidas desde el éxito de sus obras, participaron de esa lucha intelectual del catolicismo contra el protestantismo que era el gran enemigo del poderoso y católico Imperio español.
Un detalle curioso: uno de los botones de la indumentaria de Ribera está desabrochado. Y es que la escultura representa a un artista, con ese toque un tanto descuidado que suele caracterizar a los genios. Seguro que si Benlliure hubiera esculpido a un rey o a un político la ropa estaría más planchada y ese botón abrochado. También es seguro que tratándose Ribera de un colega de las artes, hizo la escultura con más cariño…
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com
es realmente beia y presiosa. Bendisiones de Teresetaj Brown
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