El Guerrero de Mogente es un exvoto ibero de tan sólo 7,3 cm. de alto. Sorprende su tamaño que no parece acorde con su fama. Es más pequeño que una pinza de tender la ropa. Pero en tan pequeño contenido tenemos el espíritu de una sociedad guerrera que nos precedió en el tiempo.
Los exvotos iberos eran ofrendas a los dioses. Se convertían en un modo de comunicación y agradecimiento con la divinidad. Se han encontrado por miles en santuarios repartidos en todo el levante y sur peninsular. Estos santuarios eran habitualmente cuevas que se convertían en puerta mística hacia el mundo espiritual. La función de los exvotos no está totalmente aclarada. Podrían representar al mismo oferente. Con su permanencia en figura en el santuario el oferente se aseguraba el favor de los dioses. De ahí la variedad de tipos de exvotos: hombres, mujeres, guerreros, sacerdotes, sacerdotisas, etc. También podrían representar antepasados o incluso divinidades. El misterio envuelve a estas pequeñas figuras que nos hablan de una espiritualidad muy ligada a la naturaleza.
Entre los muchos exvotos que podemos ver repartidos en muchos museos arqueológicos de España, el Guerrero de Mogente es el más famoso y uno de los más valiosos desde el punto de vista artístico. Se considera una de las obras cumbres del arte ibérico.
El Guerrero de Mogente es una de las joyas principales del Museo de Prehistoria de Valencia. Es más, se ha convertido en su logo. Y no sólo es el símbolo del museo, sino que también se ha convertido en el identificativo turístico del Mogente, el municipio valenciano donde apareció.
Tiene más de 2.300 años de antigüedad (s.IV a.C.), cuando todavía los romanos no habían pisado la tierra ibérica. Fue encontrado en el año 1.931 en las excavaciones del poblado ibero de la Bastida de les Alcusses (yacimiento visitable). Este poblado tuvo corta vida y fue incendiado y destruido hacia el año 330 a.C. seguramente fruto del ataque de una tribu ibera enemiga.
La figura de bronce representa a un guerrero a caballo, que porta en una mano la temida espada ibera, la falcata, y en la otra mano el pequeño escudo circular, la caetra. El guerrero se identifica como un personaje de alto status en la sociedad ibera al poseer un caballo, animal de gran valor en esta sociedad antigua. La fuerza del guerrero queda reflejada en la manera férrea y segura en que el guerrero domina las riendas provocando la apertura de la boca del caballo. Pero lo más impresionante del pequeño guerrero de bronce es la gran cimera que corona el casco. No es un simple detalle decorativo. Aquí la cimera representa el poder. La gran cimera le da la calidad de jefe o guerrero heroico. Le eleva a la más alta categoría dentro de su tribu.
Es curioso que se encontrara en una de las habitaciones del poblado ibero y no en un santuario o cueva sagrada como es habitual. Dejemos volar la imaginación. Quizás el ataque que acabó con el poblado de la Bastida de les Alcusses sucedió antes de que el oferente, posiblemente uno de los principales guerreros o incluso el jefe del poblado, pudiera acercarse al santuario o cueva cercana a depositar su ofrenda. Pudo ser que muriera a la puerta de su casa o sobre las murallas combatiendo fieramente contra los que atacaban su poblado. Si la ofrenda se hubiera realizado su pueblo podría haberse salvado, ya que los dioses, agradecidos ante tan bella ofrenda, hubieran hecho su brazo más fuerte y su valor sobrehumano.
Me gusta pensar que el alma de ese jefe ibero está en esa pequeña figura del Museo de Prehistoria de Valencia. Si visitas el museo y ves al Guerrero de Mogente no digas: “me lo esperaba más grande”, ya que su grandeza está en su belleza, en la simbología que encierra y en la apasionante historia que esconde.
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com
Maravilloso el entorno donde fue encontrada esta figura.
ResponderEliminarLa mejor informacion que encontre ;)
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