Cerca del ayuntamiento de Lérida, y junto al puente más importante que cruza el río Segre, se levanta el monumento al caudillo ilergete Indíbil y a su lugarteniente Mandonio. De los pueblos iberos, los ilergetes fueron los que vendieron más cara su libertad a los romanos. Ocupaban el territorio de lo que hoy son las provincias de Huesca y Lérida principalmente, aunque su influencia llegó a territorios de las actuales provincias de Zaragoza e incluso del norte de Castellón.
Indíbil ha pasado a la Historia como el más destacado entre los iberos. Del caudillo ilergete incluso hablaron en sus escritos historiadores romanos tan cualificados como Tito Livio o Polibio.
Indíbil vivió y guerreó entre 258 y el 205 a.C. Combatió contra los romanos, a veces al lado de los cartagineses. Aliado con Asdrúbal Barca, venció a los romanos en la batalla de Castulo. También tuvo enfrentamientos con los cartagineses. Era el difícil equilibrio entre las dos grandes potencias. Todo por mantener la libertad de su pueblo.
Murió en batalla, luchando contra sus enemigos los romanos, tras encabezar una alianza con otros pueblos hispanos en un último intento infructuoso de frenar a los invasores de la Península Ibérica.
Hoy le recordamos en este monumento de principios del siglo XX. El monumento se encuentra en lo que fue una de las ciudades más importantes de los ilergetes: Iltirda, hoy Lérida.
La escultura se encuadra en la corriente del historicismo, con claras influencias del romanticismo. Los retratos de Indíbil y Mandonio son idealizados, ya que no se ha conservado representación ni retrato de los dos guerreros iberos.
En el grupo escultórico vemos a Indíbil flanqueado por su lugarteniente, el más joven Mandonio que porta una lanza. Indíbil alza en la mano derecha la falcata, la temida espada ibera, en gesto de claro simbolismo guerrero. La espada es una prolongación perfecta de su brazo, lo que transmite la idea de la capacidad experta del líder ibero en su manejo.
En la mano izquierda porta unas cadenas rotas, en referencia a la libertad de su pueblo, que aunque no logró preservar, fue la lucha que guió toda su vida.
Las cadenas adquieren el simbolismo del gran amor a la libertad que tenían las tribus prerromanas, aspecto del que dejaron constancia los historiadores romanos de la época y que quedó especialmente ejemplificado en la resistencia de la ciudad celtíbera de Numancia. De alguna manera la escultura de Indíbil y Mandonio se convierte en homenaje no sólo a los iberos, sino también a celtíberos, lusitanos, cántabros y demás tribus de Hispania que lucharon sin éxito por conservar su tierra y su modo de vida ante la superioridad aplastante de las legiones romanas.
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Hola Julio;
ResponderEliminarTe felicito por tu blogg, también soy licenciada en historia y me ha sorprendido gratamente la detallada descripción de estos dos personajes que me saludan cada vez que paseo junto al río Segre.