Jaime I es uno de los reyes más importantes de la Edad Media hispana, adalid señero de la Reconquista. Fue rey de Aragón, Mallorca, Valencia y conde de Barcelona y Urgel. Llamado el Conquistador, fue el que liberó a la ciudad de Valencia de los musulmanes, allá en el 1238. La conquista de esta ciudad fue su mayor logro. También fue el que creó el Reino de Valencia, hecho histórico que es el germen de la actual Comunidad Valenciana. Por eso Jaime I es Valencia.
Nació en 1.208. Cuando solo tenía cuatro años, su padre, Pedro II, junto a Alfonso VIII de Castilla y Sancho el Fuerte de Navarra, derrotaron a los moros en la batalla de las Navas de Tolosa, batalla que supuso un punto de inflexión definitivo en la Reconquista.
Jaime I fue educado en su juventud por los caballeros templarios en el castillo de Monzón. Seguro que le hablaron de esta batalla y de la lucha de los reinos cristianos, insuflándole el soplo de la Cruzada por recuperar el antiguo reino visigodo. Su espíritu como guerrero de la Cruz estaba asegurado.
En los años siguientes a esta batalla, Jaime I de Aragón y Fernando III de Castilla, avanzaron hacia el sur hasta arrinconar a los musulmanes en lo que sería el reino de Granada. La Península Ibérica sería para siempre cristiana…
El monumento de Jaime I se encuentra en la plaza de Alfonso el Magnánimo. Tan importante personaje histórico merecía en esta ciudad un monumento al nivel de su trascendencia en la Historia de Valencia.
El monumento fue inaugurado el 20 de julio de 1891. Es obra de Agapito Vallmitjana, uno de los mejores escultores de la época. Benlliure, valenciano, era todavía demasiado joven cuando se presentó al concurso que se convocó al efecto y la comisión prefirió al autor catalán. No se equivocaron, ya que la escultura de Jaime el Conquistador tiene una calidad y un carácter difícilmente superable.
Tal como la comisión dijo cuando Vallmitjana presentó la escultura a su aprobación: “…no sólo revela la maestría del autor, sino que expresa acertadamente la majestad del glorioso monarca que representa”.
La estatua ecuestre tiene una vez y media el tamaño natural. Está fundida con el bronce de cinco cañones y un obús que donó el Ministerio de la Guerra en 1.886 y que se trajeron desde Peñíscola. Se realizó en los talleres de La Maquinista Valenciana.
El momento en que se trasladó la escultura desde la fundición donde fue realizada hasta la plaza donde fue instalada es digno del rey Jaime. Siete siglos más tarde, el Conquistador volvía a entrar triunfante en la ciudad. Salió a las nueve de la noche del día de Nochevieja de 1890 de la fundición de La Maquinista Valenciana. El traslado duró cinco horas. Los 11.500 kilos de la estatua no lo ponían fácil. Los valencianos se echaron a la calle a acompañar al rey entre vítores y saludos, siendo esa Nochevieja una de las más recordadas por mucho tiempo en Valencia.
Tras la instalación, todavía pasaron meses hasta su inauguración oficial. También fue un hecho memorable, con discursos, representación de ayuntamientos valencianos , políticos y militares. El pueblo valenciano se alegraba de volver a tener presente a su rey Jaime.
Vallmitjana le representa como guerrero, como Conquistador, más que como rey. Así, todo el cuerpo, desde la cabeza a las piernas, está recubierto con cota de mallas.
Su espada no es la espada del rey que no ha pisado el campo de batalla. En su empuñadura no hay joyas ni adornos fastuosos. Es una espada sencilla y práctica para la lucha, propia del guerrero. Recordemos aquí la leyenda: en su lecho de muerte Jaime I dio su espada a su sucesor, su hijo Pedro. En ese momento le dijo: “No envaines la espada hasta que haya sido expulsado el último musulmán de la Península Ibérica”. Esta escena está magníficamente representada en uno de los grandes cuadros historicistas expuestos en el Museo del Prado, en Madrid. Y es que la Reconquista guió la vida de este rey, educado en los valores de los monjes-guerreros de la orden del Temple.
Tampoco el rey está representado en la corte, sino en el campo de batalla, impartiendo órdenes y señalando, con su mano derecha, el objetivo a tomar, en este caso Valencia.
Sobre su cabeza no hay corona, sino la cimera con el dragón alado que es símbolo de la Corona de Aragón. Aunque el primero que utilizó este símbolo fue Pedro IV el Ceremonioso, que vivió un siglo después que Jaime I, Vallmitjana lo utiliza aquí, fuera de su tiempo, para calificar al Conquistador como el rey que mejor representa a la Corona de Aragón. El murciélago que hay sobre el escudo de Valencia parece que deriva precisamente del dragón alado.
Si vas a Valencia no olvides visitar a Jaime I. Está en una hermosa plaza adornada con un espléndido ficus y con varias palmeras que recuerdan la ocupación sarracena. El rey que medía casi dos metros de altura te aguardará dando las últimas órdenes a sus tropas, con aplomo y seguridad, cabalgando en un bellísimo caballo de crin y cola ondulada. Y en el pedestal a sus pies podrás leer: “Entró vencedor en Valencia, liberándola del yugo musulmán, el día de San Dionisio, 9 de octubre de 1.238”. Ese día es hoy la fiesta de la Comunidad Valenciana.
Me encanta la historia de los reyes. Aquí os dejo un sitio web con los árboles genealógicos de los reyes de Aragón, Castilla, León.....
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