Los Baños romanos de Fortuna son un lugar muy especial. De todos los amantes a la arqueología es sabida la importancia de las termas dentro del mundo romano. La toma lúdica de las aguas era una de las actividades sociales y de ocio más importantes de la cultura romana. Por eso son abundantes las termas encontradas en los yacimientos arqueológicos correspondientes a esta época. Pero los Baños romanos de Fortuna no son unas termas más. Fueron un lugar sagrado donde se rendía culto a las Ninfas, diosas menores de las aguas. Aquí se trasladaron gentes desde lejanas localidades para tomar las aguas curativas. Rogaban a las acuáticas diosas la curación de las dolencias y les pedían el mejor regalo: la salud.
Los Baños romanos se encuentran a 2,7 kilómetros de la localidad murciana de Fortuna, en la pedanía de Baños de Fortuna, al pie de la ladera oriental de la Sierra del Baño. El acceso al yacimiento se encuentra frente al restaurante Umbría. Podemos dejar el coche junto al restaurante. Frente a la puerta de entrada al establecimiento hostelero, al otro lado de la carretera, sale una pista de tierra cerrada con cadena. A tan sólo cincuenta metros de distancia se encuentra el yacimiento.
Los Baños romanos de Fortuna son en realidad tres yacimientos: templo, hospederia y canteras. La parte central y más importante la constituye el Ninfeo, o templo de las ninfas. Es una sorprendente muestra de sacralización de un lugar natural y su monumentalización posterior por el hombre. Alrededor de una gran grieta, por donde antiguamente manaban las salutíferas aguas se ha excavado la roca para construir el templo que convirtió a las termas en un lugar de devoción. Así, la grieta por donde surgía el agua ocupaba una capilla absidal rodeada de otras dos capillas cuadradas.
El agua llenaba una gran piscina de la que se conservan aun las gradas de acceso. En la parte opuesta a las capillas existían otras tres capillas que daban simetría al lugar sagrado. Esta simetría conlleva el simbolismo de orden y la perfección divina. Llaman la atención los grandes piedras trabajadas que daban monumentalidad y solidez al templo. El Ninfeo de los Baños romanos de Fortuna es uno de los restos romanos más interesantes y originales de toda la arqueología española.
A la izquierda el Ninfeo vemos habitaciones de planta cuadrada construidas con piedras más pequeñas y peor trabajados. Esta es la segunda parte del yacimiento. Es la hospedería. Son habitaciones de servicio y las que acogían a los visitantes del complejo termal.
No acaba aquí la sorpresa del aficionado a la arqueología. ¿De dónde se obtuvieron las piedras para levantar el complejo termal sagrado? Sólo tenemos que darnos una vuelta por la ladera cercana para ver las huellas de la cantera que sirvió de aprovisionamiento de material para los Baños romanos de Fortuna.
Los materiales hallados (cerámica sigillata, modedas, etc) han permitido datar el yacimiento romano en los siglos I y II d.C. en el periodo altoimperial. Pero con toda probabilidad el lugar ya era frecuentado por los íberos del poblado cercano del Castillejo de los Baños.
Las aguas que manaban de la Sierra de Baños tuvieron gran importancia en la Historia Antigua de estas tierras. En la vertiente sur, a dos kilómetros de los Baños romanos, se encuentra la Cueva Negra, una cueva natural que también fue santuario romano en cuyas paredes los peregrinos y devotos dejaron escritos versos y menciones a los dioses del panteón romano. Los dos santuarios fueron lugares sagrados en la misma época. Más información sobre la Cueva Negra en: Cueva Negra de Fortuna – Santuario romano.
Podemos imaginar a un viejo noble romano llegado de Carthago Nova (Cartagena) alojado en los Baños. Tras tomar las aguas curativas del Ninfeo dirige sus pasos al atardecer a la Cueva Negra para cumplir con los ritos sagrados que favorecerán su salud.
Todavía la Sierra del Baño ofrece sus aguas al hombre. A tan sólo 200 metros de los Baños romanos está el Balneario de Fortuna-Leana. El moderno balneario perpetúa la tradición termal que hace 2.000 años ya dejó huella en estas tierras. La diferencia es que ya no es un sitio sagrado. Pero no hemos cambiado tanto. A pesar de que lo racional se impone en estos ajetreados tiempos, sólo hay que acercarse al santuario de Lourdes, en Francia, para ver esa conjunción de agua, cueva, templos y ritos sagrados que se dio en la Sierra de los Baños de Fortuna. El elemento esencial que es el agua no sólo sirve para aplacar la sed, sino que mantiene, aun hoy, una relación espiritual con el ser humano.
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com
Gracias, Julio, por tan magnífico documento. Lo publicaré en mi face ( Andarino Alcaraz).
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