Para comprender la importancia de la imagen románica de Santa María la Real debemos acercarnos a la catedral de Pamplona, donde está la imagen, intentando retroceder en el tiempo. Con la imaginación vamos a trasladarnos a los siglos medievales. Navarra es uno de los reinos peninsulares. Hoy es el día de la coronación del nuevo rey. La catedral está a rebosar. Nobles, prelados, infanzones, lo más selecto del reino. Un murmullo creciente de las gentes del pueblo que llenan las calles adyacentes a la catedral de Pamplona avisa de la llegada del nuevo rey. Una vez delante de la iglesia, tras dejar su caballo al cuidado de un paje, el nuevo monarca recorre el pasillo central de la catedral hasta llegar junto al altar. Allí le espera la hermosa talla de Santa María la Real, también conocida como la Virgen de los Reyes. El nuevo rey va a celebrar una de las ceremonias más importantes de su reinado. Es la coronación de los reyes de Navarra. El obispo presenta un evangelio ante el nuevo rey. El monarca apoya la mano derecha sobre la lujosa encuadernación del evangelio y realiza el solemne juramento ante la atenta mirada de la Virgen, que preside la ceremonia, ampara y da conformidad con su presencia al nuevo reinado. Tras el juramento ante la Virgen el rey será alzado por los nobles sobre su escudo, al grito de “¡¡Real, Real, Real!!”.
El hecho de que ante la Virgen de la catedral de Pamplona juraban los fueros y el trono los reyes de Navarra le da un lugar muy especial dentro de la historia de Navarra. Su denominación, Santa María la Real, Virgen de los Reyes o Nuestra Señora de los Reyes viene precisamente del recuerdo de esta crucial ceremonia en la historia del reino de Navarra. Ante esta imagen, los reyes juraban los Fueros, ese compromiso de respeto del rey hacia los derechos de su pueblo que, desde la Edad Media ha llegado hasta el presente, haciendo de Navarra una comunidad diferenciada, la única Comunidad Foral dentro de España.
El nombre de Santa María la Real le es dado desde fecha reciente, desde la coronación canónica de 1.946. Su nombre más antiguo reflejado en documentos medievales es Santa María de Pamplona. A lo largo de la historia también se la ha llamado Santa María la Blanca, Virgen de la Seo, Nuestra Señora del Sagrario y, como arriba se ha referido, Virgen de los reyes.
La imagen de Santa María la Real es también una joya artística. Desde el punto de vista artístico, es la talla románica más importante de Navarra después de su gemela la Virgen de Irache.
Ambas vírgenes se disputan el galardón de ser la imagen mariana de bulto redondo más antigua de Navarra. Para Clara Fernández sería la más antigua y su fecha de realización anterior a 1185. Santa María de Pamplona fue realizada en la segunda mitad del XII y probablemente durante el obispado de D. Pedro de Artajona (1167-1194). Seguramente la Virgen del retablo de Aralar se inspiró en la de la Catedral de Pamplona y el retablo de Aralar es de 1175/85. Eso supone que la imagen de Santa María de Pamplona sería realizada entre 1167 y 1185. Para Clara Fernández la Virgen de Irache sería algo posterior a esta última fecha. En cambió Javier Martínez de Aguirre dató a la Virgen de Irache hacia 1145. Pongamos de acuerdo estas teorías diciendo que estas imágenes tan similares son las más antiguas de Navarra.
Santa María la Real tiene alma de madera con un hermoso recubrimiento de plata. Tal es el parecido entre esta imagen y la de la Virgen de Irache que lo lógico es pensar que debieron ser realizadas por un mismo autor, seguramente venido del otro lado de los Pirineos. Santa María la Real no ha conservado al Niño original. El Niño actual es barroco, del siglo XVIII. Asimismo, el trono de la virgen pamplonesa es neorrenacentista, del siglo XIX.
Santa María la Real nos ofrece su tranquila expresión típicamente románica. Su pose es hierática, donde no hay relación apenas entre la Virgen y el Niño. La Virgen es un trono donde se sienta el Niño. Es lo que se conoce en arte como virgen Trono de la Sabiduría, donde el Niño más que la candidez infantil encarna la Sabiduría, el conocimiento absoluto.
Destaca el trabajo en plata, que es un completo muestrario de la indumentaria románica. Así, viste la Virgen con túnica, sobretúnica, manto cerrado y toca.
Otro aspecto que colaboraba en la Edad Media a dar aun más importancia a Santa María la Real es su función como imagen-relicario. El hecho de que una imagen contuviera reliquias aumentaba considerablemente el prestigio del santuario y la importancia de la talla.
Otra de las funciones de Santa María la Real era la de imagen procesional. En determinadas fiestas la Virgen recorría las calles de Pamplona. También lo hacía a veces de manera excepcional, como remedio ante los males derivados de pestes, plagas, enfermedades, guerras, sequías o malas cosechas.
En la penumbra de la catedral, Santa María la Real brilla en su manto de plata presidiendo el altar. Muy cerca, están enterrados varios reyes de Navarra. Empezaron su reinado junto a la Virgen y vinieron a descansar eternamente junto a ella. Por eso siempre será la Virgen de los reyes.