Nada más fácil que abrir un grifo y llenar un vaso de agua para saciar nuestra sed. Este gesto tan natural y diario hace 200 años era un lujo impensable en Pamplona. La población de la capital Navarra tenía que usar el agua de pozos o directamente tomarla del río Arga. Con el aumento de la población esto creaba serios problemas de salubridad. Para solucionar el problema del abastecimiento de agua a Pamplona se realizó una gran obra de ingeniería que trajo el líquido vital desde un manantial de la Sierra del Perdón.
De esa obra de ingeniería que admiró a la gente de la época hoy casi todo el mundo conoce el acueducto de Noain. Pero ¿dónde está el manantial de Subiza? ¿dónde está el origen del agua que abasteció a Pamplona desde 1.800 durante muchas décadas?.
Para llegar a ese histórico lugar hay que dirigirse al pueblo de Subiza. En las afueras del pueblo, frente al actual depósito de aguas, vemos una pequeña construcción con tejado a cuatro aguas.
Si nos acercamos a ella oiremos correr el agua en su interior. Dentro, guardado en este pequeña caseta de piedra está el manantial de Subiza.
Es una pena que no haya ningún panel informativo que recuerde que de aquí, del agua salida de las entrañas de la Sierra del Perdón, se abasteció Pamplona. Desde aquí, el agua de manantial se apresuraba a recorrer 16 kilómetros para calmar la sed de los pamploneses.
Las obras duraron desde 1783 hasta 1790. En este año el agua llegó a las murallas de Pamplona. En 1.800 ya se acabó la distribución interior a través de las fuentes que diseño Luis Paret, facilitando mucho la vida de los pamploneses. Estas fuentes todavía podemos verlas en nuestros paseos por Pamplona. Hasta 1.895 no se completó la distribución de agua corriente en los domicilios, con la explotación de manantial de Arteta. Con la traída de aguas del manantial de Arteta para abastecer Pamplona, el manantial de Subiza dejó de abastecer la capital. Pero todavía hoy proporciona agua a algunos pueblos de las laderas de la Sierra del Perdón.
Merece la pena acercarse a la caseta que guarda el manantial de Subiza. Parece mentira que algo tan humilde diera tan gran servicio a Pamplona. Todavía en el dintel de entrada podemos ver grabado el escudo de Pamplona.
El acueducto, como un cordón umbilical, unió la sierra y la ciudad transportando vida, ya que el agua es la vida. Alimentaba a ese bebé que era Pamplona, que empezaba a despertar a los avances tecnológicos. Hoy Pamplona se ha hecho mayor y es el embalse de Eugi y el manantial de Arteta de donde procede la mayor parte del agua que se consume en la capital. Pero en la falda de la sierra del Perdón, la pequeña y antigua caseta nos hace recordar tiempos antiguos, tiempos de nuestros antepasados. Quizás así apreciaremos mejor lo que tenemos. Quizás recordaremos alguna vez, al ir a llenar el vaso en el grifo de nuestra cocina, a nuestras tatarabuelas cuando tenían que ir al río a coger el agua para la familia en un cubo de hojalata. ¡Qué tiempos!
Desde aquí podemos hacer una ruta senderista que nos va a ofrecer unas excelentes panorámicas de la cuenca de Pamplona:
Sierra del Perdón, Bordatxar.
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