El 22 de agosto de 2019 el Diario de Navarra se hizo eco de la muerte de Faustino Menéndez Pidal (no confundir con el insigne historiador Ramón Menéndez Pidal). Don Faustino era Ingeniero de formación y experto en heráldica. En el artículo se recuerda una de sus teorías: “desmintió la relacion entre las cadenas del escudo de Navarra y Las Navas de Tolosa”. Es cierto que Don Faustino descubrió que el origen del escudo de Navarra está en el blocado (barretas o refuerzos de metal de los escudos medievales). Ese es su mérito. Pero ignoró completamente las causas de la evolución del escudo de Navarra hasta la incorporación de las cadenas de Las Navas al mismo. En el artículo publicado el día 22 se comenta que en el 2015 todavía defendía que el escudo de Navarra le salió al rey Teobaldo “de chiripa”, concepto poco científico para estudioso tan reconocido.
El escudo blocado fue utilizado por primera vez por Sancho VI el Sabio, el padre de Sancho el Fuerte. Tras la muerte de Sancho VII el Fuerte, que no usó este escudo sino el águila negra o arrano beltza, el blocado siguió siendo utilizado por los reyes de las dinastías francesas que le sucedieron.
En la segunda mitad del siglo XIV y en del siglo XV se empieza a dar un contenido simbólico a la heráldica en toda Europa. Los escudos hasta entonces eran distintivos de linaje, de una persona o de la jurisdicción sobre un territorio. A partir de entonces empiezan a tomar significados heroicos o míticos relacionados con hechos de armas, cargos importantes, ancestros insignes, sucesos maravillosos o leyendas. Es en esta corriente cuando el blocado del escudo de Navarra pasa a convertirse en cadenas. A ello ayudó que en ese momento ya se tenía la perspectiva histórica suficiente para apreciar la trascendental importancia histórica de la batalla de Las Navas de Tolosa y el papel decisivo que tuvieron las tropas navarras en esa contienda.
En un principio, el blocado, adornado con unas pequeñas esferas o pomelas en las barretas, fue interpretado como representación de las cadenas de Las Navas, trofeo que Sancho el Fuerte trajo de la batalla y que hoy podemos contemplar en cuatro lugares: Colegiata de Roncesvalles, Palacio de Navarra en Pamplona, Catedral de Tudela y Ermita de Santa María de Legarda en Mendavia. Poco a poco el blocado pomelado fue siendo sustituido en las representaciones escultóricas por auténticas cadenas.
Las primeras pruebas fehacientes de la incorporación de las cadenas al escudo de Navarra las tenemos en el siglo XV. En el Privilegio de la Unión, otorgado en 1423 por el rey navarro Carlos III el Noble, se mencionan las cadenas como armas de Navarra, es decir, ya estaban incorporadas al escudo. El Príncipe Carlos de Viana que, aparte de miembro de la realeza, es también unos de los primeros historiadores de Navarra, a mediados del siglo XV también habla de la batalla de Las Navas y de cómo las cadenas pasaron a formar parte del escudo de Navarra.
Don Faustino, al que no se le puede negar su gran labor en el campo de la heráldica, cometió un lamentable error al desmentir la relación de las cadenas de Las Navas con las del escudo de Navarra . Error al que han dado altavoz variados medios de comunicación que, cegados por la brillantez del innegable currículum del heraldista, están ocultando el verdadero significado y evolución del escudo de Navarra.
Cadenas de Las Navas de Tolosa en Roncesvalles |
El escudo con las cadenas fue oficializado en el año 1910, cuando se aprobó por la Diputación Foral el modelo creado por Arturo Campión, Julio Altadill y Hermilio de Olóriz, unificando las diferentes versiones de escudos con cadenas que se utilizaban hasta el momento y tomando como modelo de eslabones de la cadena de Las Navas que se guardaban en el Palacio de Navarra.
También entonces se estableció la bandera oficial de Navarra con el escudo en el centro sobre fondo rojo. La nueva bandera donde campeaba uno de los escudos más antiguos de Europa se izó por primera vez el 16 de julio de 1910. No podía ser de otra manera. Ese día era el aniversario de la batalla de Las Navas de Tolosa.
© Julio Asunción
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