La iglesia de Santa María de Gazólaz, es una de las mejores muestras del románico rural de Navarra. También es uno de los más bellos ejemplos de iglesia porticada de Navarra.
Es curioso que aunque esté muy cerca de Pamplona, a tan sólo 6 kilómetros, no es tan conocida como merece debido a su alto valor artístico.
La iglesia fue construida en la primera mitad del siglo XIII. El románico iba dejando paso al gótico. En la iglesia de Gazólaz apreciamos perfectamente este momento de transición. Mientras las bóvedas del pórtico ya muestran el apuntamiento típico del gótico, la puerta de entrada al templo, así como las esculturas que se distribuyen por los capiteles del pórtico, todavía están ancladas en el románico.
El catálogo escultórico del pórtico de la iglesia de Gazólaz es uno de los grandes valores del monumento. Son esculturas rústicas que nos recuerdan al arte naíf, pero que transmiten el encanto de lo sencillo, de lo antiguo, muy representativas de lo rural en el Medievo.
Podemos dividirlas en tres grupos. Los motivos vegetales, los monstruos y las escenas religiosas. Estos dos últimos grupos son los que más llaman la atención. Los monstruos representan generalmente en el arte románico el mal, los pecados, la perdición del pecador. En el pórtico de Gazólaz destacan dos grifos y sobre todo un curioso toro alado que conserva parte de la policromía original. Un centauro y alguna arpía completan el catálogo de seres sobrenaturales que perturbaban la imaginación de los feligreses de hace 800 años.
Entre las escenas religiosas podemos ver representado el beso de Judas, la lapidación de San Esteban y la entrada de Jesús en Jerusalem. Esta última escena es la más interesante y encantadora. Vemos a Cristo saludando mientras entra en Jerusalem montando en una burra a la que sigue su pollino. Dos ángeles le flanquean al tiempo que señalan a Cristo para resaltar la divinidad de un Hombre que no usa de lujosa montura. Son muy curiosas las cabecitas que asoman sobre la muralla de la ciudad. Hay un detalle extraño en esta escena. Parece que la cara de Cristo y de los ángeles están rayadas. ¿Quién pudo perpetrar la agresión? Es uno de los misterios de la iglesia de Gazólaz.
El pórtico guarda otros secretos. Algunos de los capiteles han quedado medio escondidos por los pilares que refuerzan la parte exterior al pórtico. Miremos bien. Allí encontraremos un águila que seguramente sea la representación del emblema del rey Sancho VII, el arrano beltza o águila negra. El pórtico se realizó durante su reinado. Y si seguimos mirando encontraremos una de las iconografías que mejor representan la lucha del bien contra el mal: San Miguel alanceando al dragón. ¿O quizás sea San Jorge?. En realidad es una mezcla de las dos iconografías. Generalmente San Miguel es el arcángel que usa espada y acaba con un demonio. San Jorge es el caballero de la lanza y el dragón. Por la lanza y el dragón sería San Jorge, pero si nos fijamos bien veremos las alas que identifican a San Miguel. Hemos de pensar que la intención del artista era representar en esta figura híbrida de San Miguel y San Jorge el ideal del caballero cristiano y la victoria del bien (identificado en la cruz del escudo) sobre el mal (el dragón).
El trabajo escultórico del pórtico es mucho más perfecto. Apreciamos la mano de otro escultor más experimentado. Los capiteles tienen motivos vegetales y geométricos de buena factura, pero lo que más nos llamará la atención son las ménsulas. En ellas se representa a un toro y a un león. El león devora a dos seres humanos, de los que sólo asoman las piernas de las terribles fauces. Un crismón trinitario adorna el tímpano señalando que esa puerta marca la entrada al lugar sagrado que es el templo, la casa de Dios. Es el portal que separa lo terrenal de lo espiritual, lo pecaminoso de lo divino. El toro y el león antropófago son los guardianes del portal sagrado.
El pórtico de la iglesia de Gazólaz es una inmersión en un mundo antiguo, un mundo con una parte invisible muy importante, plagada de seres malignos que pugnan con las fuerzas del bien. Esta lucha eterna está siempre presente en el arte románico. Hace ocho siglos lo que hoy vemos como arte esculpido en piedra tenía una significación de profunda espiritualidad para las gentes del Medievo.
© Julio Asunción
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