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MONUMENTO A SAN RAIMUNDO - FITERO

San Raimundo de Fitero
Localización del Monumento a San Raimundo
La escultura a San Raimundo de Fitero se alza en la plaza principal de la localidad ribera, en el Paseo de San Raimundo, muy cerca del monasterio cisterciense del que fue primer abad.
Pero en esta representación del santo patrón de Fitero no vemos a un monje. Si bien observamos que lleva la cabeza tonsurada y ropajes propios de un religioso, destacan la gran espada y el escudo que porta. Aquí San Raimundo es un guerrero.
Un monje-guerrero. La clave de la escultura la tenemos en la curiosa cruz que porta en el pecho, la capa y sobretodo visible en el escudo. Es la cruz de Calatrava.
San Raimundo vivió en aquel lejano y peligroso siglo XII, en que la Península estaba todavía en gran parte ocupada por los sarracenos. Un hecho de armas le convirtió en uno de esos personajes míticos de la Historia medieval de España.
   
San Raimundo - Fitero

Calatrava, cerca de Ciudad Real, era una punta de lanza cristiana clavada en medio de territorios dominados por los musulmanes. Calatrava era el escudo de Toledo. Era el punto que defendía la frontera de las acometidos mahometanas. Su caída podría ser fatal para los reinos cristianos, ya que habría la llave para tomar la gran ciudad del Tajo.
La importante defensa de esta esencial plaza estratégica la encomendó Alfonso VII a los templarios. ¿Quién iba a pensar que la famosa orden de los templarios, tan publicitada y valorada hoy en día por muchos, iba a dejar la defensa de la plaza de Calatrava ante el temor (por no decir miedo) de verse superados por los poderosos almohades? Los templarios abandonan Calatrava a su suerte y devuelven la fortaleza al rey Sancho III, sucesor de Alfonso VII, pocos años después de que se les hubiera asignado su defensa.
El rey reúne el Almazán a los nobles para exponer la delicada situación. Nadie se atreve a tomar la responsabilidad, casi suicida, de hacer de Calatrava un bastión ante el inminente ataque de los moros. Y aquí entra en escena nuestro monje-guerrero San Raimundo. Dando un paso al frente, Raimundo, abad del monasterio navarro de Fitero, pide para él la responsabilidad de la defensa de Calatrava. Ante la incredulidad de los nobles y del rey, el monje expone con vehemencia su enorme resolución de dejar la vida en el intento si fuera necesario, y se compromete a reunir los suficientes guerreros para la misión. El rey accede a la petición de Raimundo. Esta escena está magníficamente representada en el cuadro “Origen de la Orden de Calatrava”, pintura histórica realizada por Manuel López de Ayala en 1.890 y que se encuentra en el convento de las Calatravas de Madrid. 

Origen de la Orden de Calatrava

Apoyado en un monje de su monasterio que anteriormente había sido soldado, Diego Velázquez, llamado curiosamente como el que luego sería famoso pintor, Raimundo consigue reunir un verdadero ejército, compuesto por monjes, campesinos, artesanos, soldados, y cualquiera que quisiera sumarse a la empresa. Todos ellos se convirtieron en verdaderos guerreros que evitaron la toma de Calatrava.
Cruz de la Orden de Calatrava Era el año 1.158. Tras la victoria, y con el compromiso de seguir luchando, no sólo por la ciudad, sino por la defensa de las peligrosas tierras de la frontera con los sarracenos, Raimundo crea la Orden de Calatrava, la primera orden militar de España. Esta orden tuvo un enorme protagonismo en la Reconquista. Su cruz campeó en muchos campos de batalla. Entre los hechos de armas que dieron fama y gloria a la Orden destaca la defensa heroica del Castillo de Salvatierra en 1.211, que dio tiempo a los reyes cristianos a preparar adecuadamente la crucial victoria de las Navas de Tolosa en 1.212, batalla en la que también la Orden de Calatrava tuvo un papel protagonista. 

La Orden obtuvo un prestigio impresionante por todos estos hechos. Prestigio que quedó de manifiesto cuando Fernando el Católico fue nombrado maestre de la Orden por el Papa en 1.477. Desde entonces todos los reyes de España son maestres de la Orden.
Siglos más tarde de su muerte Raimundo fue canonizado, atribuyéndosele milagros y curaciones. Todavía en el monasterio de Fitero se guarda una reliquia del santo. Pero esa es otra historia. 

En la plaza de Fitero se recuerda a San Raimundo como el monje-guerrero que fue. Sus hábitos remangados con un cinturón para facilitar los movimientos en la batalla. La mano izquierda en la enorme espada. La derecha sujeta un poderoso escudo remachado donde destaca la cruz de Calatrava.
 
Sam Raimundo - Fausto Palacios La escultura es obra de Fausto Palacios, escultor local de poca producción. Realizó la escultura de San Raimundo en 1.946. Estudió el arte de la escultura en Madrid y en Barcelona. Esta es su mejor obra.
Fausto Palacios crea una visión actualizada y moderna del santo. Le rejuvenece (San Raimundo era bastante mayor cuando crea la Orden de Calatrava) dándole una lozanía y fuerza que casa bien con la interpretación simbólica del guerrero capaz de la victoria. Esta fuerza queda también representada en la fornida complexión de San Raimundo en la escultura. Al mismo tiempo, esta juventud ficticia personifica a la orden militar recién creada.
La capa plegada sobre el brazo izquierdo, nos recuerda a esos próceres romanos que en el senado sabían usar sabiamente la palabra, tal como uso de la oratoria San Raimundo para convencer al rey Sancho III sobre lo factible de su heroico proyecto.
Palabra y espada: armas del religioso y del guerrero respectivamente.
La escultura de San Raimundo, creador de la orden militar española donde combatieron los más bravos monjes-guerreros, se levanta hoy fuera del espectacular monasterio cisterciense que dirigió. Parece recordar ese momento en que lo dejó para dirigirse a un mundo nuevo y peligroso: las tierras de la frontera…
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