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ERMITA ROMÁNICA DE SAN BARTOLOMÉ DE OLZA

Ermita de San Bartolomé. Al fondo, Olza.



Ya me ha pasado más de una vez que paseando por estas tierras de mi amada Navarra, sin esperarlo, me he encontrado con lugares especiales, muchas veces desconocidos, pero que quedarán para siempre en mi recuerdo. Este es el caso de la ermita de San Bartolomé de Olza.



Dando un soleado paseo mañanero de febrero desde Lizasoain, la vi a lo lejos. La claridad de la piedra destacaba en medio del verde de los campos de trigo cuyos brotes empezaban a asomar. Enseguida, mis pasos se desviaron del paseo para acercarme a la ermita. Allí vi una estampa que más me parecía sacada de un cuadro del Romanticismo, de aquellos pintores del siglo XIX que amaban las ruinas por lo misterioso y por la enseñanza dolorosa de que el tiempo, al final, acaba con todo.



La ermita de San Bartolomé todavía soporta el paso de los siglos, pero con dificultad, debido a su abandono. Y la naturaleza no se lo iba a poner fácil, ya que reclamaba el terreno que hace mucho tiempo fue suyo y que el hombre le había robado primero para hacer sus campos de cultivo y, luego, para construir este pequeño templo. Hoy, una naturaleza salvaje que contrasta con el domesticado cereal de los alrededores, se ha hecho dueña de la ermita de San Bartolomé.
Es una pequeña joya del románico. Fue construida en la primera mitad del siglo XIII. Y con no poco esmero. Prueba de ello es la trabajada portada con cinco arquivoltas que se abre en la fachada sur.
La puerta de la ermita ha desaparecido. El interior del templo está ocupado por la maleza que trepa hasta el desaparecido techo, que poco a poco va siendo sustituido por un bonito y tupido manto verde.


La vegetación va invadiendo, poco a poco, la ermita.

La ermita de San Bartolomé todavía conserva su ábside de forma semicircular tan habitual en estas pequeñas y iglesias del románico rural de Navarra.
Pero lo que más me llamó la atención fue la magia de las ruinas y del lugar. El vetusto y sencillo edificio está en medio de un campo de cereal, con los montes que rodean la Cuenca de Pamplona a lo lejos, creando un amplio horizonte para este hito arquitectónico olvidado. Y cerca, en la ladera de un monte cercano, el pueblo de Olza. Seguramente, hace siglos, desde ese pequeño pueblo se acercarían a orar a la ermita. Hoy el tupido follaje del interior del pequeño templo impide la entrada. Es como si la dimensión pagana de la naturaleza hubiera vencido a la religión tradicional evitando que nunca más se celebrara misa aquí.



Me alejo de la ermita volviendo la cabeza para dar último vistazo. Recuerdo la advocación de la ermita: San Bartolomé, santo vencedor de los demonios, patrón de los exorcismos. Y me voy imaginando historias de demonios extraídos de las almas de los infelices ante la antigua imagen de San Bartolomé que hace siglos presidiría la ermita y que hoy creo que está en la iglesia de Olza. Quizás esos demonios, sin humano al que atormentar, aquí se quedaron y, al final, hicieron de la ruinosa ermita su casa. Y, en la noches de luna llena, como en toda buena historia de fantasmas y espectros, se manifiestan entre las retorcidas ramas y las viejas ruinas.


Portada de la ermita de San Bartolomé de Olza

Lástima que Bécquer no llegara a conocer la ermita de San Bartolomé. Seguro que su extraordinario ingenio habría ideado, en este paraje de la Cendea de Olza, una de sus inquietantes leyendas.

Y, para acabar la visita, otra sorpresa. En Lizasoain no te puedes perder el excelente Cordero Místico románico  que se encuentra en la fachada de la iglesia. Está claro que este no es su lugar original. ¿Fue traída de la ermita de San Bartolomé?


Cordero Místico de Lizasoáin

Si te animas a visitar la ermita de San Bartolomé aquí te dejo la localización y el enlace a la ruta desde Lizasoáin:

- Ruta Lizasoían - Ermita de San Bartolomé de Olza en Wikiloc


© Julio Asunción

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