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LA VIRGEN DEL HORIZONTE Pamplona

A veces, sin esperarlo, dando un paseo, encuentras rincones curiosos que no dejan de tener encanto. Eso es lo que me pasó hace unos días mientras hacía tiempo para que me cambiaran las ruedas del coche en el Norauto del centro comercial La Morea, en Pamplona.

Decidí dar una caminata por los alrededores del centro comercial. Mis pasos me llevaron a tomar una pista que sale a la izquierda de la carretera que comunica La Morea con la Universidad y el Sadar, el estadio de fútbol del Osasuna.

Lo primero que me sorprendió son las panorámicas de los montes que rodean la Cuenca de Pamplona que podía disfrutar en mi paseo. Pero más sorprendido me quedé cuando, a pocos metros de la pista, sobre un sencillo pedestal, se elevaba una humilde imagen de la Virgen. 
  
Me acerqué a verla, preguntándome quién, en este solitario paraje, habría sido el que decidiera hacer este homenaje a María. No salí de mi duda, pero si que supe como se había bautizado a esta estilizada imagen gracias a una poesía que podía leer en el pedestal:

¡Virgen del horizonte!
del Monte Perdón, del Adi,
de la higa de Monreal,
del Cabezón de Echauri, 
de mis puntos cardinales, 
de mis hermanos, los hombres,
de Jesús, tuyo y del Padre.

Virgen del horizonte,
de imagen tierna,
entre delicadas brisas,
de sonriente faz,
entre rigurosas lluvias.

Que de oriente a occidente,
por el sur y por el norte, 
quien peregrino pase,
por tu meseta humilde,
a contemplarte, se acerque...
y en silencio te suplique;
¡Bellísima joven!
¡Madre y Virgen del horizonte!

La poesia es de Aurelio Fresán Zaratieguí, "viejo profesor" de Beire, tal como reza el también humilde folio plastificado donde está escrita tan sentida poesía.

Lo dicho, a veces te encuentras con lo que no te esperas. Fui a cambiar los neumáticos y de repente me convertí, aunque sólo fuera un momento, en peregrino de la humilde y hermosa Virgen del Horizonte. Y su templo era grande. Lo formaban las montañas de Navarra y la amplia bóveda celeste. 



Me tomé mi tiempo para disfrutar de los amplios horizontes que se abarcaban desde este sencillo santuario al aire libre. 

Tras acabar de identificar muchos de los montes que desde aquí se veían, seguí mi caminata. No tarde mucho en pasar junto al estadio del Sadar. Se encuentra a tan sólo unos centenares de metros de la Virgen del Horizonte. Llegué a imaginarme que quizás la joven Virgen sea del Osasuna y que disfruta oyendo el rugir del estadio cuando los rojillos marcan. 


De repente un mensaje en el móvil me sacó de estos pensamientos un tanto extraños. Me avisaban de Norauto. Ya tenía el coche con las ruedas nuevas.



© Julio Asunción



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