El Palacio de Guenduláin se encuentra muy cerca de Pamplona, en las proximidades de la Sierra del Perdón y de la localidad de Galar.
Es uno de los monumentos más desconocidos de Navarra a pesar de estar a un centenar de metros del Camino de Santiago. Su estado es bastante lamentable. Es una pena, ya que es uno de los monumentos que están declarados en Navarra Bien de Interés Cultural, una de las mayores figuras de protección del patrimonio artístico.
El Palacio de Guenduláin fue el edificio principal de lo que en su día fue un pueblo. Un pueblo con casas, con habitantes, con niños que nacieron aquí. Hoy ni un alma da vida al lugar. Junto al palacio todavía se levanta la iglesia. La iglesia y el palacio abandonados hoy crean una estampa misteriosa. Parece un lugar maldito. El paraje tiene el encanto que las ruinas tenían para los escritores románticos del siglo XIX. Seguro que Gustavo Adolfo Bécquer si hubiera conocido el lugar, habría imaginado una de sus leyendas.
Guendúlain fue en el pasado un importante señorío de Navarra. En las guerras civiles de Navarra del siglo XIV, el señor de Ayanz, que entonces poseía Guendaláin, formó parte de la facción beaumontesa, la que apoyaba a Castilla. Esta parcialidad ocasionó uno de los peores momentos del señorío, cuando las tropas franco-agramontesas de Asparot saquearon el palacio en 1.521.
Debido al estado de ruina del Palacio de Guendaláin no es difícil imaginarnos ese momento en que las tropas francesas asolaron el palacio. Aunque su ruina actual se debe a la dejación, al abandono y a los nuevos bárbaros, que hoy son los muchos grafiteros que han dejado su huella tanto en el palacio como en la iglesia cercana.
Pero el Palacio de Guenduláin todavía conserva un aire majestuoso. Sus torres y sus ventanas semejan un viejo castillo habitado por fantasmas. Es como si los monstruos representados en las pintadas paredes pudieran cobrar vida las noches de luna llena.
Cerca del Palacio todavía se levanta la iglesia. También aquí encontraremos personajes extraños y anacrónicos. Son los futuristas seres imaginados por los grafiteros.
Cerca de la iglesia y del palacio se encuentra el pequeño cementerio que en su día albergó a los difuntos del pueblo de Guenduláin. La maleza va devorando poco a poco las pocas lápidas que quedan, como si la Naturaleza estuviera fagocitando los últimos recuerdos de las gentes que vivieron en Guendaláin. Algunas tumbas están abiertas y vacías, con las lápidas junto a los tenebrosos huecos que en su día fueron última morada. Quizás los difuntos abandonaron sus sepulcros y ahora pasean entre los ruinosos muros del palacio o por las capillas de la iglesia. Las campanas de la iglesia no podrán alejar a estos juguetones espíritus con su purificador sonido. Hace mucho tiempo que desaparecieron del campanario.
El Palacio y el despoblado de Guendaláin es uno de los lugares más extraños que he visitado. Dejé el lugar antes del anochecer. ¿Qué raros espíritus recorrerán Guenduláin cuando la luz del sol se esconda tras el horizonte? Lástima que Bécquer o Edgar Allan Poe no pasaran por aquí…
Ruta Galar – Castro Santitxusti – Palacio de Guenduláin
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com
¡Muchas gracias por el artículo! Hace un mes por casualidad visitando los pueblitos de la zona nos topamos con este Palacio que se ve desde la carretera. Es una pena qué la gente y el tiempo han hecho con este sitio. Tenía mucho interés por descubrir el pasado de este lugar.
ResponderEliminarComo en el anterior comentario, nosotros también llegamos de casualidad al poblado (una lástima el estado en que se encuentra) que nos llamó la atención desde la carretera. Buscanco información en internet he llegado a tu interesantísimo blog. Enhorabuena y gracias por el trabajo de divulgación.
ResponderEliminarEs una pena que habiendo tanta gente buena trabajadora e implicada con el medio que nos rodea y con la historia que es en definitiva lo que somos el resultado y el producto de nuestros ancestros... Haya ya no solo los desalmados que no respetan ni eso, ni su propia historia sino que los herederos de esa noble historia... De esa bien ganada reputación de un Gentil Hombre en cuya casa en 1845 Isabel II se alojó en este Palacio con su séquito convirtiéndolo en residencia real por unos días-, ...Guenduláin es una localidad de la Cendea de Cizur, en la Comunidad Foral de Navarra (España) actualmente despoblada y abandonada.
ResponderEliminarFue en otros tiempos, un señorío de gran importancia, no sólo en la Cendea de Cizur, si no en toda Navarra. Situado en pleno Camino de Santiago, entre Cizur Menor y Zariquiegui, su silueta recuerda el pasado glorioso de un lugar privilegiado. La colegiata de Roncesvalles tuvo posesiones durante el siglo XIII. Posteriormente estuvo bajo la protección y dominio del conde de Genduláin y señor de Ayanz y de las generaciones que su linaje desde el siglo XVI. El Papa Clemente IX suprimió en 1669 los beneficios de que ocupaba la parroquia del lugar.Durante 1817 el lugar contaba, además del palacio con almenas, con 23 casas, una salera, un colmenar e, incluso, un Profesor de ciencias.
Pero hete aquí (y esto es lo más triste), es, que los propios herederos de esa Historia, de esa fortuna y de esas heredades por un azar del destino y solo un año antes de presentársenos a los plebeyos la crisis en este país, esos ...(.....) van y negocian la venta de la heredad de Genduláin (solo pudieron vender la mitad de estas tierras) pero como seria muy largo de contar, yo me extendería al infinito. Les sugiero queridos amigos y en especial a D. Julio Asunción que lea (buscado con google), "Un pelotazo llamado Guendulain" de la revista Interviú para que se puedan hacer una pequeña idea de lo que estos descendientes han perpetrado con la Historia y vida de .....
D. Joaquin Ignacio Mencos y Manso de Zúñiga, hijo
primogénito del Excmo. Sr. Conde de Guendulain y del
Fresno de la Fuente, Marqués de la Real Defensa, Gentil
hombre de Cámara de S. M. con ejercicio, Senador del
Reino, etc., y de D.ª Manuela Manso de Zúñiga y Aréizaga,
nació en Pamplona el 6 de Agosto de 1799, en la casa
que entonces llevaba el número 19, y hoy el 37, de la calle
Mayor.
Me pregunto yo ¿ Habrán leído estos señores ávidos de dinero al precio que sea y caiga quien caiga... su propia Historia ?
ResponderEliminarY si fuera así ¿ese es el respeto que le merece su linaje ?
¿No se les cae la cara de la vergüenza al mirar (si es que lo han hecho en los últimos 100 años), tanto la Iglesia de San Andrés como el Palacio de Guendulain?
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