La Iglesia de Santa María del Campo es una de las mejores muestras del románico del Valle de Salazar y uno de los templos más interesantes del románico rural navarro. Se encuentra en las afueras del pueblo de Navascués, a 63 kilómetros de Pamplona, en medio del llano. Antiguamente era la iglesia parroquial de un pequeño poblado medieval que desapareció. Santa María del Campo, se alza solitaria en el paraje abierto que domina. Hoy, la iglesia románica vigila el cementerio que la rodea. Cambió los vivos por los muertos. Esto crea un ambiente de quietud que favorece su contemplación e invita a la reflexión. Iglesia y cementerio crean un paraje singular de imprescindible parada para los que visiten el valle.
El acceso es muy sencillo, ya que Santa María del Campo se encuentra junto a la carretera que recorre el valle de Salazar.
Lo primero que destaca de la iglesia de Santa María del Campo es su torre central. La iglesia está orientada hacia el Este, hacia la salida del sol, tal como suele ser habitual en los templos cristianos. Se crea así la relación altar-resurrección, tan plena de simbolismo. La torre, la poca anchura de la nave (7 metros) y la curvatura del ábside, puede llegarnos a recordar a un barco que se dirige hacia el lugar donde nace el sol. La torre sería el mástil. El ábside la proa. Esto recuerda el viaje del alma hacia el más allá, no sólo propio del cristianismo, sino en muchas otras culturas, como la del antiguo Egipto.
El cementerio se distribuye alrededor del ábside. Es como si los muertos quisieran estar más cerca del altar cuando llegue el Juicio Final. El simbolismo del altar lo convierte en un elemento privilegiado de transición con el más allá.
No acaba aquí el simbolismo del templo. Cuando nos acercamos nos llamará la atención la espléndida colección de canecillos que decoran el ábside y la primera nave.
Para verlos mejor tendremos que entrar en el cementerio. Aunque parezca que la puerta del cementerio está cerrada no es así. Hay que empujar fuerte para abrirla. Por supuesto, cuando acabemos la visita, la volveremos a dejar cerrada y, en el interior del cementerio nos cuidaremos mucho de no pisar las tumbas.
En la magnífica colección de 29 canecillos esculpidos de la iglesia de Santa María del campo veremos cómo se alternan pájaros, seres monstruosos y personas. Generalmente en los canecillos se representan elementos negativos. El hecho de estar “aplastados” soportando simbólicamente el techo de la iglesia, conlleva un significado de castigo, de penitencia. En los canecillos vemos representada la eterna lucha del mal por dominar al hombre. Podemos apreciar en los canecillos como el hombre puede perder su condición humana y pasar a la animalidad, víctima del pecado.
Vemos monstruos que tienen ciertos rasgos humanos, otros seres medio humanos medio animales, incluso vemos dos monstruos que están devorando a seres humanos. Y entre todos ellos vemos una mujer desesperada tirándose de los cabellos. Es la desesperación, la locura que produce la posesión maligna.
Respecto al escultor se ven grandes influencias del Monasterio de Leire y también similitudes con la iglesia de Artaiz. Seguramente el autor fue un escultor que trabajo en el taller de Leire y luego continuó su oficio en otras iglesias rurales de Navarra.
Coronando a los canecillos, entre estos y el tejado, vemos la decoración conocida como el ajedrezado jaqués. La alternancia de volúmenes característica de esta decoración también simboliza los opuestos, el bien y el mal. La eterna lucha.
El ajedrezado lo vemos también en la portada de la iglesia. La portada está coronada por un Crismón, que representa la Trinidad, Padre (P), Hijo (Cristo X) y Espíritu Santo (S). El Crismón señala la entrada a la iglesia, que es la casa de Dios. La entrada de la iglesia se convierte en el acceso al Cielo, a lo divino. Así se contrapone el interior (el Bien, libre de pecado), con el exterior (lo terrenal, el mal, lugar de vicios y perdición según el pensamiento medieval).
Santa María del Campo es una visita imprescindible en el Almiradío de Navascués. Su ubicación, su escultura románica, su arquitectura y su simbolismo, no sólo son un ejemplo de belleza artística, sino que nos ilustran sobre el pensamiento y las preocupaciones religiosas de las gentes la Edad Media.
La visita a la iglesia de Santa María del Campo se puede completar con la ruta que recorre la sierra de Navascués visitando la Cueva de los Moros y la Foz de Benasa. Más información en:
julioasuncion@hotmail.com
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