El centro neurálgico de la ciudad de Pamplona es la plaza del Castillo. Allí, cerca del Palacio de Navarra, encontramos la estatua del rey Carlos III el Noble. Reinó entre 1.387 y 1.425. Fue un rey ilustrado, amante del arte y de la paz. En el castillo-palacio de Olite dio muestras de su amor por la belleza al traer a Navarra a los mejores arquitectos y artesanos para su construcción y embellecimiento. Dejó de lado las veleidades belicosas de su padre, Carlos II el Malo, que dedicó los recursos del reino a infructuosas aventuras francesas. Carlos III se centró más en Navarra y en las relaciones con el resto de los reinos peninsulares.
No hay que confundirlo con el más conocido Carlos III, el rey Borbón del siglo XVIII, del que se decía “el mejor alcalde, el Rey”, por la manera en que embelleció y reformó Madrid. A Carlos III de Navarra también se le podría aplicar este dicho, ya que embelleció Pamplona con su Catedral y sobre todo favoreció la paz entre los vecinos de la ciudad.
En su faceta pacificadora es donde Pamplona le está especialmente agradecida. En 1.423 pone final a la lucha fratricida que los vecinos de la ciudad sostenían desde hacía más de dos siglos. Agrupados en los burgos de San Cernin, La Población de San Nicolás y Navarrería habían protagonizado episodios tan lamentables como la Guerra de la Navarrería, en 1.276, donde este burgo quedó destruido. Carlos III acabó con estas disputas promulgando el Privilegio de la Unión, poniendo así fin a la división municipal de los burgos de Pamplona. A partir de entonces se terminó con las “tres Pamplonas” cada una con sus propios intereses.
Y en esta faceta de pacificador le representa el escultor Francisco López en la estatua de la plaza del Castillo. Es una de las últimas estatuas de Pamplona, inaugurada en el año 2.004, precisamente en el aniversario del Privilegio de la Unión. Dos años más tarde de pacificar los burgos falleció el rey. Sus restos reposan en la catedral gótica. La Catedral, que también mandó construir, es otro de los regalos que el rey amante del arte dejó para los pamplonicas. Francisco López se ha inspirado en la magnífica escultura gótica funeraria del rey que se encuentra en la nave central de la catedral. En la mano derecha porta el Privilegio de la Unión. Se le representa de forma realista, constituyendo un buen retrato del monarca que dio lo mejor que se puede dar a una ciudad: la paz.
Una placa de bronce en el pedestal de la estatua habla sobre el hecho por el que Carlos III merece ser recordado en el corazón de Pamplona:
CARLOS III EL NOBLE
REY DE NAVARRA
Otorgó a Pamplona el Privilegio de la Unión
el 8 de septiembre de 1.423
para que sus vecinos
pudiesen vivir en paz, tranquilidad
y concordia perpetua
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com
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