A las afueras de Mallén, localidad aragonesa de algo menos de 4.000 habitantes, encontramos uno de esos rincones agradables, llenos de paz en estos tiempos de preocupaciones. A un kilómetro del casco urbano está uno de esos lugares que ayudan a reflexionar, a descansar (tanto la mente como el cuerpo), a buscar esa unión tan olvidada con el espíritu y la naturaleza. Es la Ermita de la Virgen del Puy.
La Ermita, construida en ladrillo, ese material tan apegado a la tierra, pobre y austero, tan típico de estas tierras aragonesas, se integra perfectamente en el entorno. La Ermita de la Virgen del Puy no es especialmente valiosa desde el punto de vista artístico. Fue construida en el siglo XVIII (1.751). En su interior está la Virgen del Puy, una curiosa imagen donde parece que el Niño y la Virgen son un solo cuerpo. De gran encanto es la leyenda que rodea a esta virgen. La devoción de la Virgen del Puy es francesa. Habría sido traída al pueblo por dos peregrinos que habían visitado a la Virgen de Le Puy, en Francia para hacer rogativas contra una sequía que estaba acabando con el pueblo. A los labradores-peregrinos se les apareció la Virgen y les dijo que volvieran a Mallén y que hendieran la tierra con sus bordones. De allí saldría agua suficiente para paliar las necesidades del pueblo. Así lo hicieron.
¿Dónde está la fuente de la Virgen del Puy? A pocos metros de la ermita está el manantial, hoy cubierto con una caseta ya que el agua se utiliza para llenar el depósito de agua potable de Mallén en épocas de estío. Nunca ha dejado de manar, ni siquiera en los años de mayor sequedad.
No sería de extrañar que el manantial ya tuviera culto como lugar sagrado en tiempos prehistóricos (recordemos que el poblado de la Edad del Hierro del Alto de la Cruz se encuentra a escasos kilómetros de Mallén). El culto a manantiales en tiempos antiguos es algo ampliamente acreditado. La existencia de la leyenda y la posterior construcción de la ermita, sería la culminación de la cristianización de un primitivo lugar de culto pagano.
Hoy parece que la naturaleza bebe de ese agua sagrada que mana cerca de la ermita. Al agradable paseo de plátanos de sombra que lleva a la ermita desde el pueblo y que muchos paisanos recorren a menudo en los atardeceres, se suma un tranquilo parque que rodea el templo. Destaca, junto a la caseta del manantial, un magnífico ejemplar de álamo blanco, con un tronco de varios metros de perímetro.
A la sombra del centenario álamo podemos pensar en la importancia del agua como fuente de vida, en las devociones antiguas, en las hermosas leyendas…
© Julio Asunción
julioasuncion@hotmail.com
Mucha devoción a la Virgen del PUY, recuerdo que de pequeño se hacían peregrinaciones de gente procedente de FRANCIA y también existía en el pueblo una buena cofradía de devotos a la virgen, supongo que no se habrá perdido
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