Gallipienzo es uno de los pueblos con más encanto que he visitado y, sin duda, uno de los más hermosos de Navarra. Subido en lo alto del monte hace honor a su escudo, un águila sobre un castillo. Gallipienzo otea el horizonte de la misma manera que la majestuosa rapaz. Su caserío se extiende por la ladera dominando el estrecho que el río Aragón ha excavado a sus pies. Este paso fue lugar de frontera, de razzias musulmanas (Abderramán III paso por aquí haciendo pocos amigos). También la fortaleza que en su día se alzaba sobre La Peña y que fue defensa de Navarra ante Aragón en la Edad Media.
Esta ruta urbana va a llevarnos a conocer el patrimonio monumental de Gallipienzo, que no es poco.
Dejamos el vehículo al comienzo del pueblo, junto a la fuente. La fuente de dos caños es el primer atractivo del pueblo. Cerca de la fuente encontramos un panel informativo del sendero urbano que recorre el pueblo. Esta ruta lo sigue en su mayor parte, si bien lo amplia para visitar la ermita de la Concepción y para subir a La Peña.
Seguimos las marcas y nos internamos entre calles empedradas de sabor antiguo. Llegamos a lo más alto del pueblo donde encontramos la Iglesia de San Salvador, la joya artística de Gallipienzo. Está declarada Bien de Interés Cultural. Más información en: iglesia de San Salvador de Gallipienzo.
En vez de volver al sendero marcado, seguimos el viacrucis que pasa cerca de la iglesia. El viacrucis está señalado con antiguas cruces de piedra. Al tiempo que disfrutamos de hermosas vistas sobre el caserío nos acercamos a las ruinas de la Ermita de la Concepción o Ermita de la Virgen de la Peña. Seguramente fue construida con piedras del antiguo castillo que ocupaba esta parte del monte aprovechando la inexpugnabilidad del espolón rocoso de La Peña.
Tras ver la ermita subimos a lo más alto de La Peña. El control del estrecho que ha excavado entre los montes el río Aragón es perfecto y sumamente estratégico. Aquí se las tuvieron que ver con el califa Abderramán III en una de sus desagradables visitas de saqueo y castigo, ya que está documentado que usó este paso. Enfrente vemos el monte San Pedro, y al otro lado del río el pueblo de Cáseda. En días buenos vemos hasta los Pirineos. Si miramos hacia el oeste veremos otro de los puntos principales de la antigua frontera medieval coronando los montes: Ujué.
Bajamos de nuevo al sendero señalado. El sendero nos acerca al observatorio de aves. No es difícil ver buitres y otras aves desde aquí. Volvemos hacia el pueblo, sin dejar nunca de disfrutar de las panorámicas y de la hermosa perspectiva de Gallipienzo.
El recorrido todavía ofrece varias casas blasonadas y la iglesia de San Pedro que es la parroquia desde el año 1.640. Aunque el edificio está reformado en el siglo XVIII, todavía podemos disfrutar de su portada gótica, con decoración escultórica de cabecitas y animales de rústica factura pero de gran encanto. Es su interior destaca la Virgen gótica del siglo XIV.
Desde aquí volvemos al coche. Seguramente apenas habremos encontrado a nadie en nuestro paseo. Quizá sea porque por comodidad de acceso se creó hace pocas décadas en el valle la localidad de Gallipienzo Nuevo, al que se trasladaron parte de sus habitantes. Esta soledad le da a Gallipienzo Viejo un toque romántico, de aguante estoico, de aferrarse a la tierra original, que todavía le da más encanto.
Nos vamos de Gallipienzo dejando al pueblo asomado al estrecho. Siempre será Gallipienzo el guardián de este portal natural señalado por la cinta de plata del río Aragón.
- Iglesia de San Salvador de Gallipienzo
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