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AIBAR – Ruta monumental - Navarra

Aibar - Panorámica desde la gasolinera

Localización Aibar - Navarra Aibar se encuentra al este de Navarra, cerca de Sangüesa y Lumbier, a 44 kilómetros de Pamplona. Cuando nos acercamos al pueblo lo primero que llama la atención es su caserío desparramado por la ladera del alto de El Cerco y coronado por la iglesia. Una excelente vista del pueblo la tenemos desde la cercana gasolinera que está en la carretera que lleva a Cáseda.

Aibar es hoy una apacible localidad, pero la Historia nos cuenta que no siempre fue así. En la Edad Media fue zona de frontera. Cuando el enemigo era el musulmán, allá por el siglo IX, los caudillos Banu Qasi arrasaron la villa fortificada destruyendo también su castillo. Tras alejar a los moros con el empuje de la Reconquista, la ciudad siguió siendo plaza fronteriza, esta vez disputada entre Aragón y Navarra, sufriendo varios asedios y cambios de manos, hasta que el rey Sancho VII el Fuerte la recuperó definitivamente para Navarra.

Calle de Aibar Pero el hecho histórico de más importancia fue la llamada Batalla de Aibar, entre Juan II y el príncipe Carlos de Viana. Padre e hijo se enfrentaron por el trono de Navarra, que en buena ley pertenecía al segundo. Pero Juan II, haciendo uso abusivo de una cláusula del testamento de su esposa, la reina Blanca de Navarra, retuvo el trono. En la batalla, ganada por el usurpador, el príncipe de Viana cae preso junto a su fiel Luis II de Beaumont y otros nobles beaumonteses. De haber sido diferente el signo de la batalla, Carlos hubiera reinado y seguramente el destino de Navarra hubiera sido distinto.

Empezamos la visita en la parte baja del pueblo. Allí está la iglesia románica de Santa María, del siglo XII, de una sola nave. Apenas presenta decoración escultórica, sólo unos canecillos en mal estado. De todas formas no carece de encanto con su estampa de sencilla iglesia del Medievo.

Iglesia de Santa Maria - Aibar

Ayuntamiento - Aibar La siguiente parada es en la plaza del ayuntamiento. El ayuntamiento es un edificio sobrio y equilibrado, con el escudo de la localidad en su fachada.

Desde la plaza del ayuntamiento comenzamos a subir por las calles estrechas hacia la iglesia de San Pedro. Paseando por las calles de la localidad en algunos rincones nos trasladamos a  tiempos medievales, con calles empedradas y casas adornadas con blasones nobiliarios.

Destaca una casa decorada con un escudo sujetado por dos leones rampantes.

Escudo con leones - Aibar

Plaza de la Virgen - Aibar Llegamos a la plaza de la Virgen, con soportales en cuyo interior encontramos en una hornacina una Virgen que da nombre al lugar.

Un poco más arriba está la iglesia de San Pedro. Habitualmente está cerrada, pero merece la pena acercarse a ver la hermosa fachada renacentista (s.XVI) protegida por un arco triunfal adornado con casetones. La preside una escultura de San Pedro, pero me llamó especialmente la atención la Anunciación representada en la enjutas. La Virgen y el Ángel están representados con delicado clasicismo y con un buen trabajo técnico en los pliegues de las ropas que, con su vuelo y caída, dan plasticidad y movimiento a los personajes.

Aibar - Iglesia de San Pedro - Portada

Aibar - Ángel - Iglesia San Pedro Aibar - Virgen - Iglesia de San Pedro

Algún tiempo tendremos que dedicar a leer las curiosas inscripciones grabadas en la portada. Algún consejo aprenderemos, como que no hay que jurar en falso o que no hay que ser un bocazas (“De toda palabra ociosa darán los hombres cuenta rigorosa”. Aunque la inscripción que me pareció más curiosa fue: “La maldición de la Madre abrasa y destruye de raíz hijos y casa”. El que esto grabó en vez de ver a la Virgen María como madre bondadosa la suponía como el Dios castigador del Antiguo Testamento. Seguramente poco sabía de Teología.

Aibar - Iglesia de San Pedro - Inscripción de la portada

Restos del castillo de Aibar No acaban aquí los atractivos de Aibar. Hemos de seguir subiendo hacia el cementerio. Antes de llegar al camposanto nos desviaremos a la izquierda a la altura de un monumento a los caídos por la República y subiremos a lo más alto del cerro. Allí, escondido por la vegetación, encontraremos los restos del castillo de Aibar, exhumados por los arqueólogos. ¿Cuántas batallas, cuántos sufrimientos y hechos heroicos contemplaron estas piedras hoy medio enterradas?

Según el arqueólogo Javier Armendáriz es muy posible que el alto donde hoy quedan las ruinas del castillo también fuera ocupado en el primer milenio a.C. por un poblado protohistórico.

Por último llegamos hasta el cementerio. Desde sus inmediaciones tenemos una gran panorámica de los campos y montes de la zona. Un hermoso paisaje pero que no nos hace olvidar que estas feraces tierras en su día se regaron con sangre de nobles navarros y con las lágrimas de un príncipe que no llegó a tener corona.
   

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