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CAPILLA DE SAN JESUCRISTO - Catedral de Pamplona

 
La catedral de Pamplona se suele identificar, a pesar de su fachada neoclásica, como gótica. Las altas naves de su iglesia con arcos ojivales y su magnífico claustro nos llevan a los siglos XIII y XIV. Pero la actual catedral gótica ha sustituido a la antigua catedral románica, La catedral románica de Pamplona, hoy desaparecida, fue uno de los principales templos románicos de la Península Ibérica, el segundo en grandeza tras la catedral de Santiago de Compostela. Hoy de la riqueza que en su día tuvo el románico de la catedral de Pamplona quedan los magníficos capiteles del antiguo claustro que se exponen en el Museo de Navarra, algunos muros y una puerta románica y una pequeña joya: la capilla de San Jesucristo.
La capilla se visita dentro del recorrido de la exposición Occidens, el actual museo de la catedral. Es sorprendente el contraste del paso de la moderna exposición museográfica a este reducto del medievo que es la capilla de San Jesucristo.

La capilla de San Jesucristo fue construida a finales del siglo XII y era la capilla de un antiguo palacio que fue usado por la monarquía navarra cuando el Palacio Real de Navarra, actual Archivo General, pasó a pertenecer a los obispos de Pamplona. En este palacio vivió, entre otros, Teobaldo I, el primero de los reyes de dinastía francesa de Navarra.

La capilla de San Jesucristo está formada por una sola nave y tiene cabecera recta. Los dos tramos de la nave están separados por un arco fajón ligeramente apuntado que recuerda ya la llegada del gótico. Una bonita reja gótica divide los dos tramos de la nave.
A la belleza de la pequeña capilla se suma el acierto de la exposición Occidens que ha buscado crear en la capilla un ambiente especial gracias a la iluminación y a los cantos gregorianos que suenan como música de fondo. Además se expone una virgen románica sobre el altar que da un toque de sacralidad a la capilla. Todo ello hace que al visitante no le cueste trasladarse en el tiempo hasta el siglo XIII e imaginarse a Teobaldo I, el rey poeta, encontrando la inspiración de sus poemas en la quietud y espiritualidad del lugar.