La estatua de San Ignacio de Loyola está en la Avenida de San Ignacio a poca distancia del Palacio de Navarra (Diputación). Es un conjunto escultórico donde se recuerda uno de los hechos históricos más desconocidos de los protagonizados por el santo fundador de los Jesuitas.
En el monumento vemos a Ignacio de Loyola (1.491-1.556) representado malherido y asistido por otros tres soldados. El monumento se levanta en el mismo lugar donde cayó herido por una bala de cañón cuando luchaba en la Guerra de Navarra, en el año 1.521. El guipuzcoano, nacido en Azpeitia, era uno más de la guarnición castellano-vasco-beamontesa que defendía el castillo de Pamplona. El castillo, hoy desaparecido, se levantaba en el siglo XVI en el mismo lugar donde hoy está la escultura y la iglesia cercana. En 1.521 la fortaleza fue asediada por las tropas franco-agramontesas de los reyes Juan de Albret y Catalina de Foix en uno de los itentos de recuperar el trono de Navarra.
La larga convalecencia de Ignacio tras esta herida, leyendo libros de contenido teológico, colaboró en buena medida al cambio de rumbo de su vida. Al año siguiente, en 1.522, se desprendería de sus ropas militares delante de la Virgen de Montserrat, en Cataluña, y empezaría su camino hacia la santidad. Santidad que llegaría en 1.622 con la canonización por el Papa Gregorio XV.
Llaman la atención las monedas que a menudo podemos ver sobre el regazo del soldado herido. Son ofrendas de devotos al santo.
La escultura de Íñigo de Loyola es uno de los mejores monumentos conmemorativos de Pamplona. Es obra del escultor catalán Joan Flotats (1.847. -1.917), discípulo de los hermanos Vallmitjana, que junto con Mariano Benlliure fueron los escultores más renombrados de la época. La obra de Flotats obtuvo renombre en toda España y Sudamérica, colaborando en proyectos de importancia, como en varios edificios de Gaudí.
La escultura de Ignacio de Loyola es de un realismo sorprendente. Es un cuadro historicista convertido a las tres dimensiones. Sorprende el detalle de las ropas del santo, aquí representado como un soldado de familia noble. Todavía es joven y conserva una buena melena. En la iconografía habitual, en que se le representa como santo le solemos ver con una calvicie bastante avanzada.
La condición militar de San Ignacio en el grupo escultórico queda representada por su casco, sostenido por el paje que cuida del herido. Un detalle suaviza el dramatismo del suceso. Es ese simpático perro que, a los pies de la camilla, mira al desfallecido santo.
© Julio Asunción
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