Idocin es un apacible pueblo del Valle de Ibargoiti. Está cercano a la autovía que comunica Pamplona con Sangüesa a tan sólo 23 kilómetros de la capital.
En el tranquilo pueblo de Idocin nació uno de los navarros que han dejado huella indeleble no sólo en la Historia de Navarra sino en la Historia de España. Francisco Espoz y Mina (1.781-1.836) vivió los momentos convulsos del la Guerra de la Independencia. Con gran pesar tuvo que ver a su querida Navarra ocupada por el invasor francés. Pero él, no se limitó a resignarse ante el poderío de las tropas napoleónicas. Dejó su vida campesina, en Idocin, y paso de empujar el arado a empuñar el trabuco. Se convirtió en la pesadilla de las tropas francesas en Navarra. Creó una guerrilla letal que mantuvo en jaque a los “gabachos” durante varios años y que no cejó en su empeño hasta ver Navarra liberada del último invasor. Miles de paisanos lo siguieron, llegando a convertir a la guerrilla navarra en un verdadero ejército.
En estos años se cumple el segundo centenario de la Guerra de la Independencia (1.808-1.814). Hace 200 años Espoz y Mina recorría con sus guerrilleros Navarra volviendo locos a los generales franceses que eran incapaces de detenerle. Creo que es una pena que no se esté conmemorando adecuadamente uno de los episodios más importantes de nuestra Historia. Y también creo que al patriota Espoz y Mina no se le está recordando en la medida de sus merecimientos.
Visité Idocin para recordarle. Allí esta su arruinada casa. Donde nació y se crió. Los franceses la incendiaron en un ataque de impotencia al no poder acabar con el guerrillero navarro que, aliado de los montes, valles y bosques navarros, demostraba superarles en inteligencia y estrategia.
La casa se encuentra en la calle Espoz y Mina. En el número 12 vemos una placa, medio borrada por las inclemencias, que dice: “En esta casa nació el general Espoz y Mina”.
Es una pena que no se restaure la casa, así como que sólo haya en Navarra un monumento conmemorativo dedicado al general guerrillero: su mausoleo en el claustro de la catedral de Pamplona. Sería buen momento, cuando se cumple el segundo centenario de la Guerra de la Independencia, para corregir este imperdonable olvido. Se ha dedicado bastante dinero a esculturas urbanas de dudoso gusto. No hubiera estado mal que Navarra, siempre agradecida, hiciera un digno homenaje escultórico a Espoz y Mina.
Tras visitar la casa de Espoz y Mina podemos acercarnos a la iglesia de San Clemente, de estilo gótico, construida entre los siglos XIV y XVI. Es el monumento principal de Idocin. Destaca su sólida estampa y su acceso, con sencillo arco apuntado abocinado.
Una curiosa figura está esculpida en la parte izquierda del portal gótico. Es un simpático personaje que parece saludar y que porta un cayado en la mano derecha. ¿Qué representa? ¿Un peregrino? Quién sabe. Seguro que el joven Espoz también se preguntaba eso cuando acudía a la iglesia. En aquel entonces no pensaba que iba a escribir páginas de oro en la Historia de Navarra.
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